En el Domingo de la Misericordia, así se anuncia el amor de Dios en Myanmar y Colombia
Cinco sacerdotes recorren Rangún confesando a cientos de fieles, que hacen largas colas para recibir el perdón
En 2015, durante el Año de la Misericordia, cinco sacerdotes birmanos se encontraban entre los 1.040 Misioneros de la Misericordia que el Papa Francisco envió a todos los rincones del planeta. Su misión de anunciar y llevar a sus compatriotas el amor de Dios sobre todo a través de la Confesión no terminó al año siguiente.
De hecho, en la principal ciudad del sufriente Myanmar, siguen atrayendo a cientos de personas. Estos misioneros llevan a cabo un servicio itinerante en las parroquias de la archidiócesis de Rangún. Cuando llegan a una, invitan a los fieles a recibir el sacramento de la Reconciliación, de forma individual o en multitudinarias celebraciones de la penitencia. Según informa Fides, cada día de trabajo acogen a cientos de fieles, en los confesionarios o al aire libre. Allí donde van, se forman largas colas. Este fenómeno fue especialmente significativo durante la pasada Semana Santa, cuando se celebraron servicios especiales.
«En un tiempo tan difícil, de inmenso sufrimiento, nuestro pueblo tiene gran necesidad del consuelo y de la misericordia del Padre», declaraba a Fides el laico Joseph Kung, laico de la archidiócesis. Alude a la guerra civil que sacude el país desde el golpe de Estado de la Junta militar el 1 de enero de 2021. Una de las masacres más sangrientas del conflicto se produjo el pasado martes, cuando un bombardeo del Ejército acabó con la vida de al menos 80 civiles en la región de Sagaing.
Entre la pobreza física y moral de Bogotá
El perdón y el consuelo en medio de la guerra no es la única forma en la que la Misericordia de Dios, a la que está dedicado este segundo domingo de Pascua, llega a quienes la necesitan. En Colombia, en una de las zonas más vulnerables de Bogotá, la archidiócesis y varias comunidades religiosas han puesto en marcha el Distrito de la Misericordia para atender a personas con realidades sociales complejas.
«La localidad presenta todo tipo de problemas. Existe pobreza moral, pobreza física», explica a Fides Jorge Eliécer Arias Toro, coordinador diocesano para el Cuidado de la Dignidad Humana. «Hay muchos ancianos en estado de abandono, el consumo de sustancias es alto, muchos habitantes viven en la calle. A esto se añaden los desplazados, los inmigrantes, los niños y los jóvenes que no van a la escuela
Frente a esta maraña de problemáticas, el Distrito de la Misericordia ofrece acogida, ayuda material, acompañamiento espiritual, itinerarios terapéuticos, formación y acompañamiento para defender los propios derechos. Su epicentro se encuentra en el barrio de Las Cruces, en la zona sureste de la capital.
Además de las parroquias de Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora de Belén, una de las congregaciones más presentes en el Distrito de la Misericordia son los Siervos de Cristo Sacerdote. Su Centro de Pastoral y Desarrollo Emaús atiende a ancianos, personas sin hogar y a 80 niños y adolescentes en riesgo de abandonar los estudios. En el Hogar Sagrada Familia 35 profesionales atienden a 95 niñas y jóvenes cuyos derechos se han visto vulnerados.
A poca distancia se encuentra la Casa de la Esperanza Hermano Héctor, de las Hermanitas Apóstoles de la Redención, que acoge a familiares de personas hospitalizadas en la zona que carecen de alojamiento. Otro de sus centros acoge a 15 ancianas abandonadas o vulnerables y alimenta a un centenar de personas sin hogar.