En busca del sustituto del homo economicus

Con el objetivo de refundar las bases de la economía mundial, para desarrollar un nuevo sistema «que haga vivir a la gente y no mate, que incluya y no excluya, que humanice y no deshumanice, que cuide la creación y no la saquee», el Papa convocó el evento Economía de Francisco en noviembre de 2020. Apenas once meses después de su celebración, la iniciativa ha dejado de ser un evento para convertirse «en un gran movimiento, en una comunidad global», que está poniendo piernas, brazos y cara a «aquella llamada de Francisco a armar lío en la economía», explica la española Marta Pedrajas, coordinadora del área de Desarrollo del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano.

Piernas, brazos y cara porque el impulso inicial del Santo Padre está siendo encarnado en un conjunto de proyectos desarrollados en los cinco continentes por los cerca de 2.000 jóvenes economistas, académicos o empresarios que se unieron al Pontífice para esta misión, y porque gran parte del camino para lograr este cambio de paradigma «pasa por poner en el centro a la persona», añade Pedrajas en conversación con Alfa y Omega. La idea es sustituir a ese «homo economicus, a esa persona egoísta que busca su propio beneficio, su propio interés», por «una persona que se abra al bien común, a la solidaridad, a la subsidiariedad, al cuidado de la creación».

Todo esta labor va a ser puesta en común en un nuevo encuentro a nivel mundial, que se celebrará el próximo sábado, 2 de octubre, por la tarde. «Se va a recopilar todo el trabajo que se ha puesto en marcha hasta ahora y la idea es presentarlo al resto de miembros de Economía de Francisco. También a los grandes economistas del momento», como Sabina Alkire, de Oxford; Jeffrey Sachs; Vandana Shiva, o el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que han aceptado participar en el acto y van a dialogar y a orientar a los jóvenes economistas. A la conversación se sumará el Santo Padre, que ha confirmado su presencia en el acto, aunque de forma online.

Ese mismo día por la mañana la Universidad CEU San Pablo acogerá en Madrid un evento previo, organizado por algunos de los participantes españoles en el encuentro internacional de Economía de Francisco, en el que se reflexionará sobre El reto de un consumo responsable y que será inaugurado precisamente por Marta Pedrajas. Tras ella, intervendrá Agustín Domingo, que tiene encomendado el marco teórico. Para este catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valencia, el cambio comienza por uno mismo. «Tendríamos que preguntarnos si nuestras creencias religiosas y nuestras convicciones afectan a nuestros estilos de vida y a nuestro modo de consumo», subraya. Uno puede «consumir de forma desenfrenada o hacerlo de forma responsable, preocupándose por no malgastar los recursos del planeta de una forma acelerada y tratando de que estos lleguen a todos», añade en conversación con Alfa y Omega.

Esto no significa que «tengamos que dejar de consumir o de vivir como lo estamos haciendo», aclara Domingo. Se trata más bien de «analizar a nivel personal, familiar –nivel micro–, nuestros hábitos de consumo y ser conscientes de que pueden tener consecuencias a nivel empresarial o político –nivel meso–, e incluso a nivel global –nivel macro–». Por todo ello, el catedrático defiende la importancia de «una ética personal».

En el caso de Víctor Vega, que trabaja como inspector del Banco de España y es uno de los organizadores del encuentro del sábado en Madrid, su sensibilidad hacia el tema sí ha desembocado en un cambio de los hábitos de consumo. En concreto, ahora hace la compra en el supermercado cooperativo y participativo La Osa, que ofrece «productos saludables con el menor impacto medioambiental posible, cuidando el planeta y asegurándonos de que los animales de los que nos alimentamos estén bien cuidados», como se define el propio supermercado.

Vega incluso se ha convertido en cooperativista, «a pesar de que me supone bastante esfuerzo ir», reconoce. Los cooperativistas tienen que dedicar tres horas de trabajo cada cuadro semanas. «La verdad es que es un trabajo facilísimo, como ayudar a colocar cosas en las estanterías o hacer inventario de lo que falta, pero, de primeras pensé: “Pagaría por que alguien me lo hiciera y no tener que ir”». Pero, en realidad, «este es el pensamiento mercantilista que existe en la actualidad». Parece que con dinero lo puedes hacer todo. Y la iniciativa busca, justo, todo lo contrario: «Que puedas dedicar algo de tu tiempo en un proyecto. A la larga, uno se da cuenta de que empiezas a conocer al resto de cooperativistas, empiezas a sentir que formas parte de algo. Si de primeras cortas esta posibilidad con dinero, te pierdes lo que va después».

Al final, «no todo se puede comprar y, por otro lado, creo que involucrarnos en cosas colectivas nos hace más felices», concluye Víctor Vega, quien subraya que, «al menos, desde el campo del consumo se pueden hacer cosas y se muestra que hay alternativas. La idea es sembrar esperanza». A veces la situación es difícil, pero hay esperanza porque vemos que las cosas se pueden hacer de otra forma».