Nuevo secretario general de la CEE: en busca de una persona «de comunión» - Alfa y Omega

Nuevo secretario general de la CEE: en busca de una persona «de comunión»

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española elige el próximo miércoles este cargo en una votación secreta y por primera vez digital

Fran Otero
La Plenaria de los obispos comenzará el lunes con el discurso del presidente. Foto: CEE.

El nombramiento de Luis Argüello como arzobispo de Valladolid en junio provocó que este manifestase su voluntad de abandonar la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), a la que accedió en 2018, por no poder compatibilizar ambos cargos. De hecho, durante la Asamblea Plenaria que comienza el lunes materializará su renuncia y se procederá a la elección de su sucesor. La decisión está en manos de 78 electores —se reparten en tres cardenales, 14 arzobispos, 47 obispos diocesanos, once auxiliares y tres administradores diocesanos—, que elegirán entre los nombres propuestos por la Comisión Permanente. Este organismo de la CEE se reunirá ad hoc en la tarde del martes para elaborar la lista de candidatos, en la que tendrán que incorporar los nombres que vengan avalados por, al menos, diez obispos. Los estatutos de la CEE no determinan un número de candidatos concreto, pero suelen ser tres los que se llevan ante la Plenaria.

En cifras

78 obispos tienen derecho a voto en la elección el nuevo secretario general

Diez obispos pueden presentar una candidatura a la Permanente

Cinco años es el periodo para el que es elegido. Puede repetir un segundo quinquenio

Es elegible cualquier miembro del pueblo de Dios, sea obispo, sacerdote o laico. En los dos últimos casos, siempre habrá que contar con el consentimiento de su pastor. En todos, antes de ser presentado, el candidato tendrá que dar su aprobación. Aunque la norma no está escrita, desde la creación de la CEE los obispos suelen optar por un sacerdote o un obispo auxiliar para llevar a cabo esta misión. Los dos últimos —el citado Argüello y José María Gil Tamayo— decidieron o bien renunciar o no optar a la reelección después de que el Papa les encomendase una diócesis como titulares.

Para ser elegido secretario —la votación se realizará el miércoles por la mañana— se necesitará la mayoría absoluta (la mitad más uno) de los presentes en la sala en el momento de la votación, siempre que haya quorum suficiente. Si tras dos votaciones no hay mayoría, se procede a una votación entre los dos más votados. No suele ser habitual, pero, en el caso de un triple empate, se elige a los dos de más edad. Lo mismo sucede si en esa votación final los dos elegidos empatan: el de más edad se convierte en secretario general. Como curiosidad, será la primera vez que se elija este cargo con votación digital. Este nuevo modelo ya se probó con éxito en las elecciones de marzo de 2020, cuando fue elegido presidente el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, y vicepresidente el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro.

¿Se separará la portavocía?

Una de las primeras decisiones que tendrá que tomar el nuevo secretario general del episcopado español es si asume él las funciones de portavoz, que le atribuyen los estatutos, o las delega en otra persona a través de la creación de una vicesecretaría. Existe un precedente en 1982, cuando Fernando Sebastián, entonces obispo de León, confió la misión de la relación con los medios de comunicación al sacerdote y periodista Joaquín Luis Ortega. En su última rueda de prensa, Luis Argüello no descartó esta opción al afirmar que la Secretaría General y la portavocía pueden estar «desligadas».

Aunque es la más visible, la tarea de informar a la opinión pública de las actividades y resoluciones de los organismos de la CEE no es la única. El secretario general realiza una importante labor tanto hacia dentro como hacia fuera de la Iglesia. Por ejemplo, es el enlace entre los distintos órganos de la Conferencia Episcopal —con los que mantiene reuniones frecuentes— y de estos con los obispos. A estos últimos traslada, además, información sobre los asuntos generales para la Iglesia en España. También es la persona de referencia en el trato con episcopados de otros países. Y, en colaboración con el presidente, coordina la relación con la Santa Sede y con las autoridades civiles.

El arzobispo coadjutor de Granada, José María Gil Tamayo, conoce bien la tarea. La desempeñó entre 2013 y 2018, experiencia a la que hay que sumar la de director de la Comisión de Medios de Comunicación Social durante 13 años. «Es la persona de lo general, en la que confluye todo. Coordina los departamentos, es el nudo de los diversos servicios, lleva la relación con los obispos. Gestiona y, al mismo tiempo, da cuenta a los órganos colegiales: Ejecutiva, Permanente y Plenaria. Es la mano derecha del presidente, un hombre con un gran conocimiento de la Iglesia en España», explica en conversación con Alfa y Omega. Por eso, sentencia que debe ser, en definitiva, «un hombre de comunión».

Los antecesores
  • 1966 – 1972. José Guerra Campos. Obispo auxiliar de Alcalá
  • 1972 – 1977. Elías Yanes. Obispo auxiliar de Oviedo
  • 1977 – 1982. Jesús Iribarren. Sacerdote de la diócesis de Vitoria
  • 1982 – 1988. Fernando Sebastián. Obispo de León
  • 1988 – 1993. Agustín García Gasco. Obispo auxiliar de Madrid-Alcalá
  • 1993 – 1998. José Sánchez González. Obispo de Sigüenza-Guadalajara
  • 1998 – 2003. Juan José Asenjo. Obispo auxiliar de Toledo
  • 2003 – 2018. Juan A. Martínez Camino. Obispo auxiliar de Madrid
  • 2013 – 2018. José M.ª Gil Tamayo. Sacerdote de la archidiócesis de Mérida-Badajoz
  • 2018 – 2022. Luis Argüello. Obispo auxiliar de Valladolid