Con motivo de la etapa diocesana del Sínodo de los Obispos, se han levantado algunas voces reclamando un mayor protagonismo de los laicos en la Iglesia. Esto no es nuevo, ya el Concilio Vaticano II y los movimientos laicales precursores pusieron de manifiesto la importancia del laicado en la vida eclesial. Sin embargo, lo que sí es nuevo es que, quienes hacen estas reclamaciones, parece que piden o exigen una especie de cuota de poder, dando la impresión de que, en la vida de la Iglesia, lo importante es mandar, como si la labor que hace una madre o un padre con los hijos, o la que realiza un marido o una esposa cuidando a su cónyuge dependiente, o la dedicación de cualquier profesional laico que da testimonio de su fe en el trabajo, no fuera tanto o más importante que el puesto que ocupa cualquier eclesiástico.
¿Estas reivindicaciones indican que hasta ahora los laicos han estado al margen de la misión de la Iglesia? Entonces, ¿qué decir de la gran cantidad de catequistas, misioneros laicos, profesores de religión, etc. que se dejan la vida evangelizando? ¿O nos hemos olvidado de que el cristianismo, desde sus orígenes, se transmitió precisamente gracias a los laicos?
Es verdad que en la vida de la Iglesia ha habido una ocultación del laicado. La perfección evangélica, la santidad, era algo a lo que solo podían aspirar aquellos que consagraban su vida como eclesiásticos o religiosos. Y también es verdad que hubo que esperar a comienzos del siglo XX y, de modo especial, al Concilio Vaticano II, para recordarnos que el papel de los laicos en la Iglesia es fundamental e imprescindible. Y sobre esto es lo que nos habla el libro que aquí reseñamos.
Rudy Albino de Assunção, casado y con cuatro hijos, escribió este libro mientras sus hijos pequeños lo interrumpían una y otra vez, como él mismo cuenta en estas páginas. Es, por tanto, un libro escrito no desde la mera teoría de lo que es un laico o debería ser, sino que está «meditado, pero antes experimentado, contrastado con la vida cotidiana de un hombre común».
Hubiera sido fácil para el autor de este libro habernos dado su opinión sobre cómo debe vivir un laico. Podría haber decidido él mismo cuáles son los medios que los laicos necesitan en su vida espiritual, y podría haber explicado cuál es la forma concreta de ser cristiano laico en medio del mundo, según su opinión. Sin embargo, no ha hecho nada de esto. Así pues, aquí no hay recetas ni fórmulas mágicas basadas en criterios personales.
El lector hallará, a lo largo de estas páginas, aquello que la Iglesia afirma sobre los laicos. Desde la enseñanza del Vaticano II hasta el magisterio del Papa Francisco, pasando por los documentos del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), aquí se podrá encontrar una guía de lectura para conocer los medios que tienen los laicos «para que su vida espiritual sea coherente con la fe en Jesucristo» y cómo debe ser su estar en el mundo viviendo la propia consagración bautismal.
Desde los orígenes del cristianismo, el papel de los laicos en la difusión del Evangelio ha sido y sigue siendo fundamental; basta con leer los Hechos de los Apóstoles o visitar cualquier parroquia para comprobar esto. Y lo han sido por el valor de su testimonio en cualquier circunstancia en la que se encontrasen.
Por eso, como recuerda el Papa Francisco, «todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra».
Rudy Albino de Assunção
Cristiandad
2021
236
16,90 €