Últimamente conviven en la gran pantalla dos tipos de películas británicas de carácter biográfico. Por un lado nos referimos a los biopics tradicionales que buscan una cierta fidelidad a hechos más o menos documentados, como La joven Jane Austen (J. Jarrold, 2007), Miss Potter (C. Noonan, 2006), en torno a la vida de Beatrix Potter, o El hombre que inventó la Navidad (Bharat Nalluri, 2017), sobre Charles Dickens. Pero también hay otras películas que buscan una aproximación más libre e imaginativa, a partir de lo que se sabe —o supone— sobre la psicología y el mundo interior del personaje. Fue el caso de Spencer (P. Larraín, 2021), en la que el director ofrecía un retrato muy libre y personal del alma torturada de la princesa Diana de Gales. En Emily, película que se estrenó el pasado viernes, la actriz Frances O’Connor debuta tras las cámaras para ofrecernos también una mirada muy subjetiva y original sobre la novelista británica Emily Brönte (1818-1848), considerada una de las mejores exponentes de la literatura victoriana.
La película, cuyo guion está escrito por la propia directora, se centra en los últimos años de la corta vida de la autora de Cumbres Borrascosas, que encarna con solvencia Emma Mackey, poniendo el foco principalmente en dos aspectos particulares: la relación de Emily con sus hermanos y su frustrado romance con William Weightman —no confirmado por los estudiosos—. En la época en que se centra el filme, a Emily solo le quedan su hermano Branwell y sus hermanas Charlotte y Anne. Con Branwell —interpretado por Fionn Whitehead—tiene una relación muy especial, de almas creativas y libres de convenciones. Pero ese afecto preferencial va a acusar también con especial dolor el problema de las adicciones insanas de Branwell. Con Anne va a tener una entrañable relación, mientras que con Charlotte —la autora de Jane Eyre— vivirá una tensa competitividad. Respecto a la trama romántica, se mueve entre lo prohibido y lo frustrante, dejando un triste sabor de boca a personajes y espectadores.
Ubicada en los páramos de Yorkshire, la película describe muy bien el ambiente formalista y moralista de la sociedad británica rural de la época victoriana. El padre de las Brönte, pastor anglicano, aparece retratado en el filme como un hombre estricto y con escasa flexibilidad mental, por cierto, muy bien interpretado por Adrian Dunbar. Como era de esperar, la directora y guionista pone el acento —sin absurdos énfasis, todo hay que decirlo— en la perspectiva feminista, denunciando una sociedad en la que la mujer tenía mermadas muchas de sus capacidades creativas y estaba en diversos aspectos sometida a la voluntad del varón. Aunque la película tiene una indudable impronta poética, una magnífica fotografía y es elegante en términos generales, no puede escapar de una atmósfera que se va entristeciendo y languideciendo en torno a una vida que solo duró 30 años y que, según la película, tuvo más tristezas que alegrías.
Frances O’Connor
Reino Unido
2022
Drama
+12 años