Párroco de un pueblo desalojado en Tenerife: «La gente se ha volcado»
El sacerdote cuenta a este periódico cómo ha sido el acompañamiento de la Iglesia local ante el incendio. «He podido hablar con unos y otros para alentarlos», confiesa
El 15 de agosto saltó la chispa en el monte Arafo, dando lugar al peor incendio de Tenerife en los últimos 40 años. Tres días después, de madrugada, la parte alta del pueblo de Tacoronte tuvo que ser desalojada. 800 personas se vieron obligadas a dejar sus casas. Muchas de ellas se instalaron en casas de familiares y unas 200 fueron reubicadas en un pabellón municipal y un colegio habilitado por las autoridades para la ocasión.
Unas pocas horas después del desalojo, el sacerdote Elisuán Delgado se presentó en el pabellón para hacerse cargo, de la mano de Cáritas Tenerife, de las necesidades que pudieran tener los afectados. «Lo que me encontré al llegar fue mucha gente desubicada. Pensaban que sería algo pasajero, que en pocas horas regresarían a casa», confiesa Delgado en entrevista con Alfa y Omega. Nada más lejos de la realidad. Cuando se cumple una semana del incendio, los vecinos todavía no han podido volver a sus casas.
De acuerdo con la administración, Cáritas y el sacerdote se encargaron de comprar algunos productos básicos para las personas desplazadas. «La verdad es que estaba todo bien previsto y solo nos pidieron toallas» y, más tarde, «chanclas» porque «la gente tuvo que salir rápido de sus casas y había muchos con un calzado demasiado grueso para esta ola de calor», detalla Elisuán, cuya parroquia ha podido seguir abierta al encontrarse en la parte baja del pueblo. «Solo se tuvo que cerrar la de un compañero que se encontraba en la zona desalojada».
El presbítero, sin embargo, sí pudo desarrollar una importante labor de acompañamiento a los afectados. A medida que pasaban los días, recuerda Delgado, «los ánimos fueron decayendo y entonces me dediqué a ir hablando con unos y otros para alentarlos». Una labor en la que el sacerdote estuvo acompañado por un grupo de psicólogos locales y que también tuvo como beneficiarios a «un grupo de 25 inmigrantes de un centro ocupacional» que se vieron afectados por el incendio y «fueron reubicados en el pabellón con el resto de vecinos».
Más allá del trabajo realizado por el grupo de psicólogos, el sacerdote destaca la solidaridad que ha demostrado el pueblo en este momento difícil. «La gente se ha volcado», confirma Delgado, que habla de restaurantes que han cocinado gratuitamente para los desplazados o vecinos particulares que se han acercado para ayudar en lo que hiciera falta. «La respuesta ha sido tan positiva que incluso hemos tenido excedentes que hemos derivado a otros pabellones», subraya el párroco.
El sacerdote, por último, hace una reflexión en el contexto de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación —que se celebrará el próximo 1 de septiembre—, ante las casi 15.000 hectáreas de bosque que se han quemado. «El incendio ha manifestado lo vulnerables que somos, pero también el poco cuidado que hemos tenido de nuestros montes. Es necesario hacer una llamada para que esto no vuelva a pasar» y esto, según Elisuán Delgado, pasa por «hacer una labor preventiva de limpieza».