El Vaticano avisa a última hora de que el Papa no presidirá el vía crucis en el Coliseo para «preservar su salud» - Alfa y Omega

El Vaticano avisa a última hora de que el Papa no presidirá el vía crucis en el Coliseo para «preservar su salud»

Entre las personas que portarán la cruz de estación en estación están, por ejemplo, varias monjas de clausura y un ermitaño; una familia; personas que sufren algún tipo de discapacidad o un grupo de inmigrantes

Victoria Isabel Cardiel C.
El Papa durante la liturgia del Viernes Santo en la basílica de San Pedro
El Papa durante la liturgia del Viernes Santo en la basílica de San Pedro. Foto: CNS photo / Lola Gómez.

La Oficina de Prensa del Vaticano ha avisado a última hora de este viernes de que el Papa no presidirá el vía crucis desde el palco habilitado en el Coliseo para «preservar su salud». En un breve comunicado, han explicado que el Pontífice, de 87 años, lo seguirá desde su residencia en Casa Santa Marta.

«Para preservar su salud de cara a la vigilia pascual y la Misa del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco seguirá esta tarde el vía crucis del Coliseo desde la Casa Santa Marta», ha referido el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni.

Por tercer año consecutivo, el Papa tampoco ha podido postrarse en el suelo de la basílica de San Pedro del Vaticano ante la tumba del apóstol por sus problemas de movilidad. En cambio, se ha visto cómo Francisco ha permanecido sentado en la silla de ruedas en silencio delante del altar para orar durante unos minutos por la Pasión del Señor durante este Viernes Santo en el que la Iglesia recuerda la muerte de Cristo en la cruz.

Con todo, el Pontífice —revestido con casulla roja— ha presidido sentado la celebración del Viernes Santo que litúrgicamente ofrece la máxima sobriedad. De hecho, la Eucaristía se suspende para contemplar al Crucificado.

Hasta el año 2022, el Papa se postraba en oración sobre el suelo. Pero sus problemas de artrosis que le obligan a usar silla de ruedas para desplazarse le impiden desde entonces cumplir este gesto de humildad. El año pasado, además, Francisco estuvo ingresado por una bronquitis en el hospital Gemelli de Roma, lo que puso en duda su participación en las citas de Semana Santa, pero finalmente le dieron el alta un día antes de la Misa del Domingo de Ramos.

Aunque la noche de Viernes Santo siga finalmente la celebración del vía crucis desde Santa Marta, es la primera vez que el Pontífice ha escrito las meditaciones de las 14 estaciones que narran las últimas horas de Jesús en la tierra.

Entre las personas que portarán la cruz de estación en estación están, por ejemplo, varias monjas de clausura y un ermitaño; una familia; personas que sufren algún tipo de discapacidad o un grupo de inmigrantes. Francisco no participará en la procesión, pero presidirá desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo.

Como es habitual, ha sido el predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, el encargado de la alocución de este Viernes Santo, que ha versado sobre cómo se presenta Jesús según el Evangelio de Juan: «Estamos ante una inversión total de la idea humana de Dios y, en parte, también de la del Antiguo Testamento. Jesús no vino a retocar y perfeccionar la idea que los hombres tienen de Dios, sino, en cierto sentido, a trastocarla y revelar el verdadero rostro de Dios».

Para el cardenal esa inversión de la idea de Dios «siempre necesita ser renovada». Frente a las criaturas humanas, «Dios se encuentra desprovisto de cualquier capacidad, no solo coercitiva, sino también defensiva. No puede intervenir con autoridad para imponerse a ellos», ha afirmado a este respecto.

De este modo, ha asegurado que «el verdadero rostro» de la omnipotencia de Dios se revela cuando Jesús «se arrodilla ante los discípulos para lavarles los pies; en su Hijo que, reducido a la impotencia más radical en la cruz, continúa amando y perdonando, sin condenar jamás».

Para el predicador «la verdadera omnipotencia de Dios es la impotencia total del Calvario. Se necesita poco poder para mostrarse; pero hace falta mucho para dejarse de lado, para borrarse».

«La Resurrección ocurre en el misterio, sin testigos. Su muerte fue vista por una gran multitud y en ella participaron las más altas autoridades religiosas y políticas. Una vez resucitado, Jesús se aparece solo a unos pocos discípulos, fuera del foco de atención. Con esto quería decirnos que después de haber sufrido no debemos esperar un triunfo externo, visible, como la gloria terrenal. El triunfo se da en lo invisible y es de orden infinitamente superior porque es eterno. Los mártires de ayer y de hoy son testigos de ello», ha explicado Cantalamessa.

También ha asegurado que las apariciones dan «un fundamento sólido a la fe, a quienes no se niegan a creer a priori; pero no es una revancha que humille a sus oponentes».

Del mismo modo ha señalado que el Resucitado se manifiesta entre los apóstoles no para demostrarles «que están equivocados ni para burlarse de su ira impotente. Cualquier venganza sería incompatible con el amor que Cristo quiso testimoniar a los hombres con su pasión», ha explicado.

«La preocupación de Jesús resucitado no es confundir a sus enemigos, sino ir inmediatamente a tranquilizar a sus discípulos desmayados y, antes que ellos, a las mujeres que nunca habían dejado de creer en Él», ha añadido finalmente.