El Vaticano proporcionará «aclaraciones» sobre el caso del cardenal McCarrick
No hubo «sanciones» de Benedicto XVI sino solo «recomendaciones» en el 2007, que nadie notó
El consejo de nueve cardenales que asesora al Papa Francisco en la reforma de la Curia vaticana ha manifestado al término de la reunión de este lunes con el pontífice su «plena solidaridad al Papa Francisco ante lo sucedido en las ultimas semanas, consciente de que, en el debate actual, la Santa Sede va a formular las aclaraciones necesarias».
El comunicado del C9 no indica fechas, pero es probable las «aclaraciones» sobre el caso del ex cardenal Theodore McCarrick se hagan públicas después de la visita de la cúpula de la conferencia episcopal norteamericana, prevista para principios de la semana próxima, aunque algunas fuentes hablan de un posible adelanto.
En todo caso, se trata de aclaraciones de «la Santa Sede» y no del Papa, y muchísimo menos como respuesta detallada al desmesurado manifiesto del nuncio jubilado Carlo María Viganò, que contiene numerosas manipulaciones e imprecisiones.
Lo que el Vaticano desea es verter luz sobre la confusión del episcopado y de los católicos norteamericanos desde que el pasado 20 de junio el Papa Francisco suspendió de toda actividad sacerdotal pública por abuso sexual de menores 47 años antes al ex-cardenal Theodore McCarrick –arzobispo emérito de Washington desde el 2006–, al que retiró la birreta cardenalicia, un castigo que no se aplicaba desde hacía casi un siglo.
Desde entonces han salido a la luz abusos antiguos de McCarrick sobre seminaristas en sus etapas previas como obispo de Metuchen y arzobispo de Newark, antes de que Juan Pablo II le nombrase arzobispo de Washington en el 2000 y le elevase unos meses después al cardenalato.
El vaticanista italiano Andrea Tornielli informó el lunes en Vatican Insider que, según una fuente fiable, nunca hubo sanciones de Benedicto XVI al arzobispo emérito de Washington, pero sí una «indicación» o «recomendación» de que dejase de vivir en el seminario Redemptoris Mater de la capital y llevase una vida más discreta.
Según esa fuente, «en diciembre de 2007, el entonces nuncio en Estados Unidos, Pietro Sambi, transmitió al cardenal McCarrick esta disposición que le había comunicado de Roma el entonces prefecto de la Congregación de Obispos, cardenal Giovanni Battista Re».
McCarrick no abandono el seminario hasta finales del verano de 2008, y siguió manteniendo tanto su actividad pública como gran número de viajes internacionales, varios de ellos a Roma, donde participaba con normalidad en actividades con Benedicto XVI y con altos cargos de la Curia vaticana durante los cinco últimos años del pontificado del Papa alemán.
Nadie percibió ningún tipo de sanción o limitación. A partir de 2013, ya en el pontificado de Francisco, el ritmo de los viajes del arzobispo emérito se fue reduciendo de modo natural por envejecimiento de McCarrick, que cuenta 87 años.
El pasado 26 de agosto, durante la estancia de Francisco en Dublín con motivo del Encuentro Mundial de las Familias, el antiguo nuncio Carlo María Viganò hizo público un manifiesto en que pedía la dimisión del Papa por haber levantado a McCarrick las «sanciones» impuestas por Benedicto XVI.
Pero todo el mundo sabía que la promoción de McCarrick a la sede de Washington en 2000 y al cardenalato en 2001 fue decisión de Juan Pablo II, quien naturalmente no estaría al corriente de ninguno de sus abusos.
Y era igualmente conocido que en el pontificado de Benedicto XVI (2005-2013) no se había notado ningún indicio de sanción. La primera, y durísima, se la impuso Francisco el pasado 20 de junio.
Juan Vicente Boo / ABC