El Vaticano premia la vulnerabilidad como valor social
La chilena Carolina Montero Orphanopoulos, premiada por Centesimus Annus, asegura que las sociedades que asuman dicha fragilidad personal y social como algo positivo experimentarán «una democracia plena»
La vulnerabilidad es, para muchos, el antónimo de la fortaleza. La pobreza está marcada con la culpa, como un suplicio merecido por la falta de esfuerzo. No nos gustan las personas sin hogar que piden limosna en la esquina de la calle y los inmigrantes que llegan desamparados a las costas del sueño europeo. También escondemos la enfermedad. Y la muerte. Asistimos a una globalización de la «discriminación» que excluye, «generando nuevos analfabetismos y nuevas formas de pobreza», como asegura a Alfa y Omega Carolina Montero Orphanopoulos, ganadora del Premio Economía y Sociedad 2024, otorgado por la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice por su trabajo sobre la vulnerabilidad como condición humana para ser permeable y poder entrar en interacción con los demás, con uno mismo y con lo trascendente. «Se ha reinstaurado la cultura del más fuerte, convirtiéndose en hegemónica. En una cultura donde deberían coexistir todas las culturas, ahora en Occidente predomina principalmente la cultura neoliberal», remacha la autora del volumen titulado Vulnerabilidad: hacia una ética más humana. Para la académica, dicha fragilidad es ante todo un valor, y asumirla pondrá los cimientos para una nueva ética. «La asunción de la vulnerabilidad de cada cultura como autobiográfica, singular y concreta, brinda una oportunidad para la reestructuración. La globalización ya es una realidad que llegó para quedarse. La cuestión radica en cómo la viviremos. Si optamos por vivirla desde la vulnerabilidad, hay más posibilidades de experimentarla de manera solidaria, compasiva y humana», indica.
La premiada, investigadora de la Universidad Católica Silva Henríquez de Santiago (Chile), destaca que tanto la vulnerabilidad propia como la ajena «generan mucho miedo. No es simplemente debilidad, sino que se vive como una amenaza. Evitamos ser vulnerables, luchamos contra ello, a pesar de que es parte de nuestra esencia. Esto sucede porque buscamos el poder, ya que parece proporcionarnos lo que necesitamos en la vida», concluye. Sin embargo, «si abrazáramos colectivamente nuestra vulnerabilidad como una parte constitutiva de nuestro ser, podríamos vivir en una sociedad más humana, menos desigual y más capaz de experimentar una democracia plena en todos sus sentidos». La contribución del magisterio de Francisco en el paradigma de la vulnerabilidad es central en su investigación: «Él está muy influenciado por su pasado como pastor de una megalópolis del hemisferio sur de nuestro mundo».
El hombre no es autosuficiente
El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Mónaco y Frisinga, es el presidente del jurado que otorgó a Montero el premio de la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice por sus estudios sobre la vulnerabilidad, que buscan «ofrecer un paradigma para abordar los problemas morales en todo el mundo». Leyendo su obra se constata la visión cristiana, que concluye que «ningún hombre es autosuficiente; cada uno necesita la cercanía de sus semejantes», aseguró el cardenal Marx durante la entrega del premio, el pasado 27 de febrero en el Instituto Maria Bambina de Roma, en presencia del cardenal Parolin. El purpurado alemán señaló, durante la ceremonia de entrega, que la vulnerabilidad es plenamente cristiana. «Dios ha elegido el camino del sufrimiento como camino de salvación para el mundo», recordó, tras poner el acento en la Pasión de Jesús. «No podemos reducir el cristianismo a la cruz, pero tampoco podemos eliminarla del cristianismo», remarcó.
A la ceremonia de entrega de la sexta edición de este premio siguió una mesa redonda en la que el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, apuntaló un tema complejo: la condonación de la deuda externa de los países más pobres. El purpurado destacó la necesidad de que los acreedores internacionales tomen medidas concretas para reducir esta carga financiera y, en su lugar, inviertan en programas sociales, educativos y de salud. Parolin enfatizó que la reducción de las deudas internacionales de las naciones más empobrecidas es un elemento crucial para «erradicar una de las raíces más profundas y antiguas del imperialismo financiero». También destacó que la vulnerabilidad, entendida como la apertura inherente al ser humano, «nos hace sensibles hacia los demás y nos permite empatizar con su sufrimiento».
Bajo esta perspectiva, sacó a colación como uno de los males sociales la búsqueda del beneficio a toda costa, señalando que esto está en la raíz de problemas como las «especulaciones financieras, el comercio de armas, la contaminación ambiental y, como consecuencia, las injusticias sociales» que generan «desigualdad y marginación».
Montero Orphanopoulos es la primera latinoamericana premiada por la por la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice. La profesora chilena estudió Teología en Santiago antes de obtener un doctorado en Ética Teológica en la Pontificia Universidad Comillas de Madrid. Actualmente es investigadora en la universidad católica de Chile.