El Vaticano mantiene los cambios del año pasado en la Semana Santa
Además de celebraciones sin pueblo solo donde persistan las restricciones a la movilidad, se omitirán la procesión con los ramos por el exterior del templo (Domingo de Ramos), el lavatorio de pies y la procesión con el Santísimo (Jueves Santo), la adoración de la Cruz (Viernes Santo), y el rito del fuego y la aspersión con agua (Vigilia Pascual)
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha renovado, de cara a la próxima Semana Santa, las indicaciones que ya estuvieron vigentes el año pasado a causa de la pandemia de COVID-19. En una nota hecha pública este Miércoles de Ceniza, se reconoce que «las normas y directrices contenidas en los libros litúrgicos, concebidas para tiempos normales», siguen sin ser «enteramente aplicables en tiempos excepcionales de crisis como estos».
Por ejemplo, una de estas indicaciones es que la procesión del Domingo de Ramos la procesión no se hiciera en el exterior del templo sino en su interior, utilizando la segunda forma del Misal en las catedrales, y la tercera en parroquias y otros lugares.
El Triduo Pascual
En cuanto a la Misa crismal –apunta la nueva nota–, «si es necesario puede trasladarse a otro día más adecuado» de forma que «participe una representación significativa de pastores, ministros y fieles». El Triduo Pascual seguirá las orientaciones de 2020. Es decir, el Jueves Santo se celebrará sin rito del lavatorio de pies. Tampoco habrá procesión con el Santísimo, que se reservará en el sagrario y no en el monumento.
Al día siguiente, durante la celebración de la Pasión del Señor, solo el celebrante realizará el gesto de adorar la Cruz con un beso. Se prevé asimismo que en la oración universal se incluya una intención específica por los afectados por la pandemia y por el fin de la misma. Por último, en la Vigilia Pascual se omitirá el rito del fuego (se encenderá el cirio directamente) y en la liturgia bautismal solo se renovarán las promesas bautismales, pero sin aspersión.
Transmisiones, mejor diocesanas
La principal diferencia con el año pasado, al menos de forma general en España, es que este año sí es previsible que las celebraciones se hagan con el pueblo. Las orientaciones de 2020 contemplaban la celebración sin pueblo solo en los lugares afectados por medidas de restricción del movimiento. Allí donde esto ocurra, de cara al Jueves Santo «se concede excepcionalmente a los presbíteros la facultad de celebrar la Misa, sin la presencia del pueblo, en lugar adecuado». Y se mantiene además que la Vigilia Pascual se celebrará «solo en las iglesias catedrales y parroquiales».
En este sentido, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos subraya que en caso de no poder acudir a su propia iglesia por las restricciones al culto, se debe «privilegiar la difusión mediática de las celebraciones presididas por el obispo», animando a los fieles a seguir las celebraciones diocesanas «como signo de unidad». Además, recomienda preparar subsidios adecuados para la oración en familia y personal y potenciar el rezo de la Liturgia de las Horas.
Respaldo a los obispos
La nota de la congregación recuerda que el obispo es el «moderador de la vida litúrgica en su Iglesia» y, por tanto, quien «está llamado a tomar decisiones prudentes» basándose en la situación sanitaria de su país y en estas orientaciones. El texto, firmado por el cardenal Robert Sarah, prefecto del dicasterio, agradece tanto a los prelados como a las conferencias episcopales su esfuerzo por responder durante este año a los continuos cambios.
Sarah reconoce que «las decisiones adoptadas no siempre han sido fáciles de aceptar por parte de pastores y fieles laicos». Pero subraya que «se han tomado para garantizar que los santos misterios se celebraran de la forma más eficaz posible para nuestras comunidades, respetando el bien común y la salud pública».