El Vaticano sobre Nicaragua: «Una palabra mal interpretada puede tener consecuencias dramáticas» - Alfa y Omega

El Vaticano sobre Nicaragua: «Una palabra mal interpretada puede tener consecuencias dramáticas»

En la Curia aseguran que los obispos del país han pedido a Roma que reduzca al mínimo las declaraciones públicas

Redacción
Foto: Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Las palabras del presidente Ortega, que el 28 de septiembre calificó a la Iglesia católica de «dictadura perfecta», han debilitado aún más los vínculos entre Roma y Managua. El Vaticano, que tenía previsto enviar a Nicaragua a miembros de la Comisión Latinoamericana, así como a su presidente, el cardenal canadiense Marc Ouellet, ha suspendido este proyecto, según ha informado este jueves el diario La Croix.

La atención se centra ahora en abrir la posibilidad de que las familias de los sacerdotes encarcelados visiten a sus seres queridos. Esta autorización, por motivos estrictamente humanitarios, sería un «primer paso muy, muy pequeño», según fuentes vaticanas consultadas por el periódico francés.

El Papa, que sigue la situación «personalmente, muy de cerca», según el Vaticano, prefiere guardar silencio, aparte de su declaración en el avión de vuelta de la capital de Kazajistán, donde aseguró que lo que está pasando «es difícil de entender». «Una palabra descuidada, una palabra mal interpretada puede tener consecuencias dramáticas dentro del país», estiman en la Curia, y aseguran que los obispos del país han pedido a Roma que reduzca al mínimo las declaraciones públicas.

Este silencio deja a las cancillerías occidentales bastante perplejas. «No entiendo muy bien la estrategia», dice un diplomático destinado en la Santa Sede. «¿Tenemos miedo de perjudicar a los católicos? Pero no puede ser peor, y tampoco pueden asesinar al obispo. El Vaticano tiene que decir algo». «La situación es complicada, delicada», admitió hace unos días un alto cargo en el Vaticano. «Pero queremos dejar la puerta abierta al diálogo».

Según un asesor eclesiástico que sigue residiendo en la Nunciatura, pero ya no tiene «ningún contacto» con el Gobierno nicaragüense, «solo el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, mantiene una relación microscópica con el Gobierno».

La diplomacia vaticana estaría formulando hipótesis para explicar la actitud del presidente nicaragüense. «Se podría pensar que Ortega está convencido de que ya no necesita a Occidente y que, por tanto, puede aislarse sin ningún problema», dicen desde el Vaticano. O quizá «haya concluido un acuerdo con Rusia o China que le permita prescindir del apoyo de las democracias occidentales». Lo que a nadie se le escapa es que «la comisión para el desarrollo de la energía nuclear», cuya creación anunció el presidente Ortega a finales de agosto, ha contado con el apoyo de Rusia.

Torturas blancas a los sacerdotes encarcelados

Desde la expulsión en marzo del nuncio apostólico destinado en Managua desde 2018, Waldemar Sommertag, —una medida, según la Santa Sede, «incomprensible», «grave e injustificada»—, la represión del Gobierno de Daniel Ortega contra la Iglesia católica no ha dejado de aumentar.

Las Misioneras de la Caridad fueron expulsadas del país a finales de junio. El 19 de agosto, Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, fue detenido por la Policía antes de ser puesto bajo arresto domiciliario en la capital. Otros ocho sacerdotes siguen encarcelados en la prisión de El Chipote. En este centro penitenciario de la capital, las condiciones de detención son especialmente difíciles. «Allí se practica la tortura blanca», asegura con preocupación una fuente vaticana al diario francés. «Luz blanca encendida todo el día, paredes blancas, aislamiento total, sin visitas».

El régimen de Ortega en las últimas horas también ha expulsado al representante de la Unión Europea en el país y al de Holanda, no ha concedido la acreditación al representante de Estados Unidos, y ha colocado a la Santa Sede en una situación de ruptura de relaciones diplomáticas con Managua. La anterior embajadora de Nicaragua, que presentó sus credenciales en abril de 2021 y dejó su puesto cinco meses después, debería haber sido sustituida por un nuevo representante, cuyo nombramiento fue cancelado en marzo de 2022, justo después de la expulsión del nuncio.