Los hermanos David y Fernando Quintana aterrizan una vez más en Madrid para presentar su espectáculo humorístico El Varietón, basado en algunos de los más famosos scketches de estos dos cómicos argentinos y con un hilo conductor que permite, más o menos, ligarlos todos en una misma estructura.
Haciendo dominio de una gestualidad infinita y unos recursos de eficacia probada, los dos actores sincronizan sus movimientos con las voces de temas musicales, escenas de películas o telenovelas, spots publicitarios… todo ello con un marcadísimo acento argentino, que por lo ralentizado y cadente resulta tan adecuado al contenido como el resto. Romances, engaños, amores, pasiones, el melodramático mundo de la mujer mal entendido… o el malentendido melodramático mundo de la mujer.
Para los que conocen algo de la trayectoria de los Quintana, vienen a hacer reír con lo mismo de siempre. De hecho, algunos fans pueden corear los espantosos temas musicales, volver a disfrutar del horrible y desternillante vestuario, y sorprenderse con lo insólito de sus pelucas y maquillaje. Porque son esas situaciones grotescas, singulares y ridículas las que, aunque se vean muchas veces, siguen haciendo reír. No exentas de crítica, las mórbidas vivencias a las que se ven sometidos sus personajes tienen el clarísimo objetivo de divertir como sea, utilizando recursos que funcionan, algunos al más claro estilo «caca, culo, pedo, pis» que inexplicablemente nos siguen haciendo gracia a la mayoría. Y 20 años de trayectoria lo avalan.
Son dos décadas, por tanto, lo que llevan los dos hermanos haciendo de las suyas, vistiéndose de mujeres -entendidas éstas dentro de su particular concepto del mundo femenino-, y dando rienda suelta al arte de la fonomímica, o sea, el playback de todas las escenas con sus correspondientes diálogos y canciones. Algo que dominan aprovechando al máximo su formación clown. Porque eso es lo que son, clowns de escenario, payasos de tacón y pestañas postizas, que se transforman en otros que no tienen nada que ver con ellos, hasta tal punto que de su mano de uñas postizas enmarcada en pulseras de perlones, te dejas llevar a una montaña rusa de carcajadas.
Que llegan al público es indudable, que su público no es todo el mundo, también. Pero a aquellos que tengan claro que buscan divertirse sin complejos, el Teatro Alfil les brinda una nueva oportunidad. En los saludos finales, comprobamos, además, que David y Fernando se sienten satisfechos de estar cerca de su gente y conquistar, a base de acento, a los espectadores de las butacas madrileñas.
★★★☆☆
Teatro Alfil
Calle del Pez, 10
Tribunal, Noviciado, Callao
ESPECTÁCULO FINALIZADO