«El testimonio del Evangelio en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe» - Alfa y Omega

«El testimonio del Evangelio en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe»

Muestra su cercanía a los católicos chinos con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia Católica China

José Calderero de Aldecoa
Un momento de la audiencia. Foto: Reuters / Remo Casilli.

Si la semana pasada fue san Francisco Javier, en la catequesis de la audiencia general de este miércoles 24 de mayo el Papa ha reflexionado sobre la pasión por la evangelización a partir de la figura de san Andrés Kim Taegon, que se desempeñó en esta tarea en una época —hace 200 años— en la que Corea desplegó una durísima persecución de la fe cristiana. «Creer en Jesucristo, en la Cora de entonces, significaba estar dispuesto a dar testimonio hasta la muerte», ha remarcado Francisco. Una posibilidad que este santo y otros creyentes aceptaron, demostrando así «que el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe».

El Pontífice se ha fijado especialmente en dos aspectos en la vida de san Andrés Kim. En primer lugar, ha subrayado el modo en el que el santo se reunía con la gente. Estaban constantemente vigilados y debía utilizar unas pocas palabras para identificarse como cristianos pero sin levantar sospechas. Por ello, san Andrés hacía una pregunta corta y directa: «¿Eres discípulo de Jesús?» Es decir, para él «a expresión que resumía toda la identidad del cristiano era “discípulo de Jesús”».

El pasaje le ha servido al Santo Padre para recordar que «ser discípulo del Señor significa seguir su camino, y esto implica dar la vida por el Evangelio». De hecho, «el cristiano es por naturaleza misionero y testigo», y «toda comunidad cristiana recibe esta identidad del Espíritu Santo».

En este sentido, ha subrayado que «cuando el Evangelio se vive en plenitud, la persona no se encierra en sí misma, sino que da testimonio de la fe, convirtiéndola así en fe contagiosa». Ahí nace la pasión por la evangelización, ha enseñado el Papa, y el contexto desfavorable no cambia eso. «Al contrario, adquiere aún más valor».

El segundo episodio que ha rememorado Francisco es cuando el santo acogía sacerdotes misioneros extranjeros en secreto, algo no exento de peligro porque «el régimen de la época prohibía terminantemente la entrada en el territorio a todos los extranjeros». Para mantener el sigilo, san Andrés Kim Taegon caminó en una ocasión por la nieve, sin comer, durante tanto tiempo, «que cayó al suelo exhausto, corriendo el riesgo de perder el conocimiento y congelarse allí». Sin embargo, una voz le despertó y le instó a levantarse y ponerse en camino.

Esta experiencia del gran testigo coreano, según el Pontífice, «nos hace darnos cuenta de un aspecto muy importante del celo apostólico. A saber, el valor de volver a levantarse cuando uno se cae». Por difícil que sea la situación, ha concluido el Papa, incluso cuando parece que no hay espacio para el mensaje evangélico, «no debemos rendirnos y no debemos renunciar a perseguir lo que es esencial en nuestra vida cristiana, es decir, la evangelización». Hay que recordar siempre que «el Señor Jesús, que resucitó de entre los muertos, nunca nos abandona». Por ello, nunca «nos dejemos robar la dulce alegría de evangelizar».

Oración por China

Una vez concluida la catequesis, el Santo Padre no ha querido salirse de Asia durante el saludo a los fieles en los distintos idiomas y, así, ha dirigido su pensamiento a China, a cuyos fieles les ha asegurado «un recuerdo y mi cercanía». Asimismo, ha dicho compartir «su alegría y su esperanza» y también se ha solidarizado con «todos los que sufren, pastores y fieles, para que en la comunión y la solidaridad de la Iglesia, puedan experimentar consuelo y coraje».

La alocución del Pontífice se ha producido cuando la Iglesia celebra la Jornada Munidal de Oración por la Iglesia Católica en China, porque lo que Francisco ha invitado a todos los presentes a «levantar oraciones a Dios, para que lleven frutos por los bienes de la Iglesia católica y la sociedad china».