Dice el Papa que «quien ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para anunciarlo, no puede esperar que le den largas instrucciones». Pero a renglón seguido explica que eso no es excusa para procurar siempre «una mejor formación». Para el catequista la formación permanente es insoslayable. Función principal de las delegaciones episcopales de Catequesis es la de ofrecer una oferta formativa para sus catequistas. Cuanto más completa, mejor. Y en Madrid, con 5.000 catequistas, esta oferta cuenta con una gran variedad de cursos presenciales, semipresenciales y online.
El curso más básico, de apenas tres sesiones, se titula Voy a ser catequista y está dirigido a los que por primera vez emprenden este hermoso servicio. El más original es el curso basado en la nueva propuesta del Directorio para la Catequesis (2020), que, a la trilogía clásica de la formación del catequista, sobre su ser, su saber y su saber hacer, añade un cuarto ámbito: su «saber estar con», para hacer crecer su capacidad relacional con los interlocutores de la catequesis, los demás catequistas y la comunidad parroquial. Se siguen ofreciendo ad hoc cursos por vicarías, arciprestazgos y parroquias, con diversas modalidades, para aprender el itinerario diocesano de iniciación cristiana Con Jesús, discípulos en misión, que cuenta con nueva web con todos sus recursos. Se trata del único itinerario que, con sus materiales, el arzobispo quiere para la catequesis en Madrid.
Completan la formación los cursos que tienen como fin actualizar los criterios y las claves de la evangelización hoy, incluida la catequesis, como es el IX Ciclo de Conferencias para laicos organizado por varias delegaciones diocesanas, que lleva por lema Jesucristo: 2025 años de esperanza, y el curso 52 preguntas sobre la Nueva Evangelización, ambos semipresenciales, así como el curso de espiritualidad del catequista sobre la parábola del sembrador. Y como la formación no tiene como único fin que los catequistas tengan la cabeza bien amueblada, sino también el corazón bien dispuesto para seguir al Maestro, no faltan entre estas propuestas los retiros espirituales de Adviento y Cuaresma. Porque la formación (teológica, pedagógica y espiritual) es, para un buen catequista, su mejor tesoro.