El sur de Madrid pide una segunda vida - Alfa y Omega

El sur de Madrid pide una segunda vida

El informe Mirar al Sur de Madrid denuncia la brecha con el norte de la región y pide una «redistribución fiscal» e inversiones para reconvertir y rehabilitar la zona y generar empleo

Rodrigo Moreno Quicios
El barrio de Los Molinos, de reciente construcción en Getafe, se ve muy afectado por las emisiones de una fundición
El barrio de Los Molinos, de reciente construcción en Getafe, se ve muy afectado por las emisiones de una fundición. Foto: Guillermo Navarro.

Los municipios al sur de Madrid «viven de espaldas a la gran ciudad», advierte Andrés Aganzo. Es sociólogo y el investigador principal de Mirar al Sur de Madrid, un informe elaborado por la diócesis de Getafe que pone el foco en las desigualdades que sufren 48 pueblos y ciudades como Móstoles, Getafe, Fuenlabrada, Leganés, Alcorcón o Parla. Tras la caída en desgracia de la industria de la zona y su reconversión —en los casos de éxito— en almacenes y centros de logística, el documento recalca, por ejemplo, que mientras al noreste de Madrid las rentas medias son de 50.000 euro al año, en el Corredor del Henares son de menos de la mitad.

«Mucho trabajo es temporal y precario», denuncia Aganzo, quien señala que al sur de la capital «hay 250.000 jóvenes de entre 16 y 21 años que se intentan incorporar al mundo laboral, pero se encuentran con dificultades y provisionalidad». Suelen emplearse en la clasificación y distribución de bienes, por lo que en Navidad tienen faena, pero durante el resto del año encadenan largas temporadas desocupados. A su juicio, «ese carácter de incertidumbre y precariedad les impide hacer sus proyectos de vida». No llegan a consolidar sus carreras y, entre parón y parón, «no registran el nivel de ingresos que tuvo la generación anterior».

16 veces ha aumentado su población la diócesis de Getafe en los últimos 65 años.

30 millones de euros costaría la reconversión del Manzanares.

82,55 años es la esperanza de vida en Parla. En municipios con mayor renta, como Boadilla del Monte, es de 86,11.

El sociólogo explica que, fruto de la deslocalización y la automatización, «hoy día se pueden producir bienes y servicios con menos gente». Pero eso no implica que el sur deba resignarse a no tener trabajo. Si no hay industria, «la reconversión deberá ser hacia los cuidados». Aganzo explica que, hoy por hoy, ya hay en la zona 250.000 mayores que podrían recibirlos y así fomentar el negocio de «la peluquería, la podología o la ayuda a domicilio».

Sin embargo, Mirar al Sur de Madrid recoge «la paradoja de que miles de mujeres en Parla salen a trabajar todos los días a los hogares en el noroeste». Pueblos como Pozuelo, en esa zona, «tienen 5.000 empleadas domésticas registradas en la Seguridad Social» que vienen del sur. Son más de las que —apoyándose solo en las cifras oficiales— «hay en todos los municipios del sur juntos».

Cerrar la brecha

Para impulsar a la periferia meridional y que allí también se pueda generar este empleo de cuidados, según el sociólogo, «no hay más remedio que una redistribución fiscal». Se debe «tener una política de solidaridad con aquellos que se están quedando al margen del sistema». Para Aganzo, «hay dos lógicas enfrentadas: la de la competitividad y la de la cooperación». Y ante la tentación de adoptar en exclusividad la primera e «invertir más en quienes producen más», apunta que «la pandemia ha puesto en evidencia que el sentido comunitario debe prevalecer sobre el sentido de lo posesivo e individual».

Alega que «España es un país enormemente rico». En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, su PIB es de 293.000 millones de euros, lo que permitiría «un reequilibrio» para los perfiles en la cuerda floja. Según el autor principal del informe, si esto no se produce y «hay carencias materiales severas, se va produciendo una brecha no solamente de ingresos sino de escolaridad, atención primaria, salud mental y posibilidad para comprar una vivienda».

¿Hacia dónde caminar?

Por otro lado, haciendo de la necesidad virtud, Aganzo apunta que «toda carencia es susceptible de generar empleo y calidad de vida en unas zonas donde podría haber una nueva regeneración». O así sucedería, considera, con las inversiones necesarias. El investigador principal de Mirar al Sur de Madrid explica que «los polígonos y fábricas de aceros corrugados que emiten partículas y ruidos», antaño en la periférica más recóndita de ciudades como Getafe, ahora coexisten con los barrios de nueva creación, como Los Molinos. «Es un espacio de deterioro y de abandono, la imagen de un pasado que ya no volverá y que requiere su reconversión».

También es necesario y generaría empleo «reformar las viviendas». Los municipios de la diócesis, que tenían 78.000 habitantes en los años 60 y actualmente 1,3 millones, crecieron a través de «bloques de ladrillo y cemento». Fue resolutivo en su momento, pero los edificios «han envejecido». Otro posible frente para el desarrollo es la rehabilitación del Manzanares, que «aparece en los informes como uno de los ríos con mayor presencia de medicamentos». «Esto significa que hemos vivido de espaldas a él. Hay que recuperar el agua».

Preguntado sobre por qué la Iglesia se ha implicado en esta investigación, explica que «tiene el compromiso de llevar adelante su doctrina social». «Está hablando de fraternidad y de cambio climático», subraya. Y recuerda que, desde la publicación de la constitución apostólica Gaudium et spes, del Vaticano II, «el lenguaje de la Iglesia es la mirada a los signos de los tiempos». Concluye alegando que «no somos los notarios de las desgracias» sino que «las poblaciones siempre pueden alterar las tendencias si afrontan los problemas».