El Sínodo marca los retos de la Iglesia en España: la mujer, los laicos, los jóvenes y los abusos
También pide una reflexión sobre el celibato opcional o la ordenación de mujeres para comunicar mejor el magisterio de la Iglesia
La Iglesia en España ha culminado la fase diocesana del Sínodo sobre la sinodalidad, un proceso de ocho meses en el que han participado más de 200.000 personas en todas las diócesis. Su aportaciones han dejado un mensaje sobre cuáles deben ser las prioridades de la institución de cara al futuro: el papel de la mujer y los laicos, la familia, el acercamiento a los jóvenes y los abusos. Todos estos temas han estado «omnipresentes», según se recoge en la síntesis presentada durante la Asamblea sinodal, celebrada este sábado en Madrid.
«La referencia al papel de la mujer en la Iglesia como inquietud, necesidad y oportunidad. Se aprecia en la construcción y mantenimiento de nuestras comunidades y se ve imprescindible su presencia en los órganos de responsabilidad y decisión de la Iglesia», recoge el documento en primer lugar.
También muestra «la preocupación por la escasa presencia y participación de los jóvenes en la vida y misión de la Iglesia», la importancia de la familia «como ámbito prioritario de evangelización», la necesidad de institucionalizar y potenciar los ministerios laicales y la atención específica al diálogo con las demás confesiones cristianas y con otras religiones.
«Ha tenido un eco importante el tema de los abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Iglesia, evidenciando la necesidad de perdón, acompañamiento y reparación», continúa el texto. Otros temas como menor peso son la presencia de la Iglesia en el mundo rural, la religiosidad popular como cauce de evangelización, la pastoral de los mayores o la atención a colectivos vulnerables.
La síntesis, elaborada por el equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española (CEE), con las aportaciones de diócesis, congregaciones y movimientos, recoge también algunas cuestiones que, aunque no estuvieron presentes en todos los debates, sí considera «conveniente» incorporar. Se trata del celibato opcional, la ordenación de casados y de mujeres. «Se detecta una clara petición de que, como Iglesia, dialoguemos sobre ellos con el fin de permitir conocer mejor el magisterio respecto de los mismos y poder ofrecer una respuesta profética a nuestra sociedad», señala.
Un aspecto importante tiene que ver con la acogida, que debe ser «más cuidada» si se trata de personas que necesitan un mayor acompañamiento por sus circunstancias. Cita, en concreto, las personas divorciadas y vueltas a casar o de diversidad sexual. «Sentimos que, como Iglesia, lejos de quedarnos en colectivos identitarios que difuminan los rostros, hemos de mirar, acoger y acompañar a cada persona en su situación concreta», expone.
Tres urgencias: sinodalidad, laicos y clericalismo
Sobre esta base, el documento señala tres urgencias: crecer en sinodalidad, promover la participación de los laicos y superar el clericalismo. Sobre la primera afirma que implica «capacidad de acogida, procesos de escucha activa y respetuosa, de comprensión, de acompañamiento y de discernimiento». Y añade: «Implica asumir la diversidad en las comunidades en clave de complementariedad y tener estructuras eclesiales auténticamente sinodales». Así, propone que se realicen consultas anuales, en las parroquias o diócesis, para dar oportunidad a los fieles de expresarse y contribuir a los planes pastorales.
En torno a la participación de los laicos, afirma que «es preciso una mayor presencia en los ámbitos de decisión que permita incrementar la corresponsabilidad» y pide una reflexión para definir los asuntos sobre los cuales lo laicos pueden tener carácter decisorio.
«En particular, es preciso repensar el papel de las mujeres en la Iglesia, con un mayor protagonismo y responsabilidad; sencillamente, están desempeñando un papel fundamental en el día a día de la comunidad eclesial y deben poder asumirlo igualmente en los lugares y espacios en los que se toman las decisiones», insiste como anteriormente.
Esta promoción del laicado supone, por tanto, dar respuesta a la última urgencia: la superación del clericalismo. «El ámbito propio de los sacerdotes es el de la caridad pastoral que le encomienda encabezar, acompañar, proteger y sanar al Pueblo de Dios».
Formación y celebración
Finalmente, el documento plantea dos aspectos que necesitan un cuidado especial. La primera es la formación que tiene que atender «a la dimensión personal, espiritual, teológica, social y práctica». «Es necesario incorporar a la vida cristiana la formación continua y permanente para poner en práctica la sinodalidad, madurar y crecer en la fe, participar en la vida pública, acrecentar el amor y la participación de los fieles en la Eucaristía, asumir ministerios estables, ejercer una corresponsabilidad real en el gobierno de la Iglesia, dialogar con las otras Iglesias y con la sociedad para acercarse fraternalmente a los alejados», explica.
Por otra parte, señala que es importante cuidar la celebración de la Eucaristía: «Urge renovar nuestras celebraciones, revisando y mejorando los gestos y el lenguaje y la comprensión de las homilías, haciéndolas más participativas y comunitarias».
Antes de la presentación de esta síntesis, hubo ocasión para los saludos de bienvenida del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro; el presidente de la CEE, cardenal Juan José Omella; y el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza. A través de un vídeo participó el secretario general del Sínodo, cardenal Mario Grech, que ha pedido seguir con «este estilo de sinodalidad, escuchando a todos, sin excluir a nadie».
1.- A nivel parroquial
- Promover una nueva forma de estar en el territorio. El mapa parroquial actual muestra una realidad que corresponde al pasado porque en muchos lugares la parroquia ya no es una realidad pastoral viva, sino un territorio de misión. En la España rural hay que organizar una nueva forma de presencia de la Iglesia con sinergias en la vida parroquial y un mayor compromiso de los fieles laicos.
- Poner en marcha, allí donde no existen, los consejos parroquiales y de asuntos económicos o, en su caso, renovarlos, haciendo de ellos verdaderos espacios sinodales. Conviene también considerar sobre qué temas los consejos parroquiales o de economía pueden ser deliberativos, con la participación de los laicos. Ambos consejos se consideran instrumentos fundamentales de sinodalidad.
- Favorecer los pequeños grupos de fe que se alimentan a diario de la Palabra y que juntos profundizan en su vivencia cristiana. Han de cuidarse y alimentarse, ya que constituyen un fermento que hará crecer la semilla de la fe.
2.- A nivel diocesano
- Dar mayor protagonismo a los movimientos eclesiales, las cofradías y hermandades, y a la vida consagrada y monástica en la elaboración de los planes diocesanos. Su aportación puede contribuir a la renovación de la Iglesia, sobre todo a través de los consejos diocesanos de pastoral.
- Desarrollar y aumentar el número de ministerios formalmente reconocidos para los laicos: ministros de liturgia, de la Palabra, de Caritas, de visitadores, de catequistas.
- Priorizar el trabajo en red de todas las realidades que existen en las diócesis.
3.- A nivel de Iglesia universal
- Ayudar a redescubrir la vocación bautismal, la común pertenencia al Pueblo de Dios, buscando espacios de comunión y de trabajo en equipo, así como la implicación en un proyecto de anuncio de Jesús en este mundo y en este tiempo.
- Estar cada vez más presente como voz profética en todas las dificultades, conflictos y desafíos del mundo de hoy.