La expresión FOMO se refiere a uno de los problemas psicosociales que más curiosidad ha despertado en los últimos tiempos. El acrónimo, de origen inglés, significa fear of missing out y consiste en una especie de ansiedad a perderse experiencias o, simplemente, un miedo a no estar informado de las cosas que están pasando a nuestro alrededor. Es muy habitual ver esta expresión para el reclamo de conciertos, viajes… «Don’t get FOMO. Get a ticket now» («No te arriesgues a perdértelo. ¡Adquiere ya tu entrada!»). El Cambridge Dictionary lo define con una mayor concreción como una «sensación de preocupación por la posibilidad de perderse vivencias o planes interesantes a los que asistirán otros, especialmente causado por cosas que uno ve en las redes sociales».
Dicen sociólogos y psicólogos que el síndrome FOMO se ha disparado tras la pandemia del coronavirus; estamos mucho más pendientes de lo que están haciendo los demás y, a su vez, no dejamos de compartir contenidos especialmente relacionados con el ocio para demostrar que no paramos de hacer planes extraordinarios. Probablemente estamos viviendo una época de euforia pospandémica, aunque no seamos plenamente conscientes de ello.
En efecto, cuando estamos viviendo el presente nos resulta más difícil tomar perspectiva y hacer un balance global; pero, a buen seguro, al cabo de unos años calificaremos este tiempo como una época de efervescencia o excitación; de aeropuertos saturados; de ciudades turísticamente asediadas; de restaurantes y hoteles inaccesibles o de conciertos con entradas agotadas a un año vista de la actuación.
En paralelo, concurre una señal de advertencia que no podemos obviar: un peligroso ascenso de los discursos y gobiernos extremistas de un lado y otro del espectro ideológico y fenómenos alvisianos que hasta nos pueden resultar divertidos o graciosos. Todo ello recuerda a los mismos felices años 20 del pasado siglo, pero el día que la economía empiece a flaquear y no haya tanta posibilidad de canalizar la euforia pospandémica y el síndrome FOMO pase a la historia, es probable que nos demos de bruces con el gran problema.