«El reto es llevar los comités de bienestar a todos los puertos»

Ya a finales de los años 80, en concreto en 1987, el convenio 163 de la Organización Internacional del Trabajo hablaba del bienestar de la gente del mar en puerto y recomendaba la creación de unos comités para velar por ello. Quien recogió el guante en nuestro país fue la Iglesia, el Apostolado del Mar. En 1997, en el puerto de Barcelona, creó el Comité de Solidaridad de la Gente del Mar. Este sentó las bases para la constitución, con colaboración civil y religiosa, del primer Comité de Bienestar de España. Fue la vanguardia de un movimiento al que el Apostolado del Mar ha dedicado casi de forma exclusiva su XXXI Asamblea Nacional, celebrada en Vigo hasta el 20 de octubre.

La iniciativa, sin embargo, no fue secundada por nadie más hasta que la OIT volvió a insistir en la idea en 2006, en el Convenio 173 sobre el Trabajo Marítimo. «En él se reiteró la invitación y explícitamente se recomendó la formación de estos comités» para que «velaran por que en los puertos hubiera servicios de bienestar para los marinos», desde «puntos de información, asistencia personal o servicios sociales, culturales y religiosos», explica Ricardo Rodríguez-Marto, director del departamento Stella Maris de la Conferencia Episcopal Española.

Con el nuevo llamamiento, se instauró el Comité de Bienestar del puerto de Tenerife, que solo el año pasado prestó asistencia a cerca de 1.000 buques y a más de 1.300 personas. Pero la iniciativa solo despegó definitivamente cuando «en noviembre de 2022 Puertos del Estado, junto a la Dirección General de la Marina Mercante, impulsó la creación del Comité Nacional de Bienestar para la Gente del Mar», lo que espoleó a las diferentes regiones para no dilatar más la puesta en marcha de este servicio. «Así, a fecha de hoy, ya se han constituido comités locales en Vigo, Bilbao, Castellón, Las Palmas, Bahía de Cádiz, Tarragona, Valencia» y los pioneros «de Barcelona y Santa Cruz de Tenerife», explica Ana Lope, jefa del área de Planificación de Infraestructuras de Puertos del Estado, que participó en la Asamblea Nacional de Stella Maris. «El reto es seguir colaborando desde el Comité Nacional para que en los principales puertos españoles se establezcan dichos comités locales».

La jefa de Planificación de Infraestructuras habla de colaboración porque «en cada comité», tanto en el nacional como local, «están representadas aquellas organizaciones que tienen un peso relevante dentro del puerto», desde la Autoridad Portuaria, la Capitanía Marítima o el Instituto Social de la Marina, hasta Stella Maris. En realidad, aclara Rodríguez-Marto, el convenido de la OIT hablaba en su día de la necesaria presencia de organizaciones benévolas. Lo que ocurre es que «en la mayoría de los puertos la organización benévola presente es el Apostolado del Mar de la Iglesia, cuya labor a través de los voluntarios es imprescindible para prestar la atención a los marinos», confirma Lope.

De esta forma, los comités funcionarían como un foro, que pone sobre la mesa aquellas cuestiones que afectan al bienestar de la gente del mar, y Stella Maris sería el brazo ejecutor. «Al final, somos nosotros los que desempeñamos los servicios. Estamos sobre el terreno, sabemos cuáles son las necesidades y las implementamos». Ello, con el consiguiente desembolso económico que haría necesario «un sistema de financiación estable», reclama el director del departamento de la CEE.

La primera asistencia siempre suele ser «la visita a los barcos para llevar distintos materiales de información», desde planos del puerto y la ciudad a una relación de todos los servicios disponibles. «Por supuesto también el tema de la comunicación con la familia», a través de una conexión wifi o de tarjetas telefónicas. «Uno de los servicios más demandados», asegura Ricardo Rodríguez-Marto, es la asistencia para el transporte. «Los muelles suelen estar lejos del centro de la ciudad». Por ello, «disponemos de un servicio de transporte gratuito entre el barco y el centro Stella Maris, que suele estar al lado de la ciudad». Y no se puede olvidar la asistencia religiosa, concluye el responsable de la CEE, «tanto la católica como de otras confesiones o religiones».