Desde hace un cuarto de siglo nos hemos acostumbrado a que de Asia nos lleguen las mejores y más puras películas románticas y las más conmovedoras historias familiares. Recordemos Amor bajo el espino blanco (2010) o El camino a casa (1999), ambas del director chino Zhan Yimou, Together (2002) de Chen Kaige o un gran número de cintas japonesas, como muchas de las firmadas por Yoji Yamada o Hirokazu Koreeda. En esta ocasión, el cineasta Li Ruijun, a pesar de tener en su haber unas cuantas películas, no es muy conocido en España. Con El regreso de las golondrinas firma posiblemente su mejor obra, preñada de amor por su comarca natal, Gansú, en pleno centro de China. Una prueba de la calidad de la película es que se hizo con la Espiga de Oro del Festival de Valladolid de 2022.
El argumento es sumamente sencillo: Ma (Renlin Wu) y Guiying (Hai-Qing) son dos pobres que viven en una aldea en mitad de la nada. Ma es un granjero que trabaja las tierras de otro y es el único de su familia que falta por casarse, a pesar de su edad. Ella ha sido maltratada desde pequeña y ha quedado con discapacidad y estéril. Sus familias conciertan el matrimonio entre ambos. Ninguno de los dos está acostumbrado a hablar ni a relacionarse con nadie. Son solitarios y tímidos. Entre ellos comienza una relación que parte de cero pero que se irá construyendo a partir del respeto mutuo y la bondad. Surgirá de manera natural el afecto y harán de cuidarse entre ellos una forma de vida. Juntos trabajarán el campo, construirán su casa de barro y criarán puñado de gallinas y un cerdo. Ma siempre estará pendiente del bienestar de Guiying y Guiying del de Ma. Y permanentemente acompañados de su burra, que constituye su principal inversión (transporte, carga, labores del campo…).
Obviamente en la película pasan cosas de diversa índole y todas son una ocasión de demostrarse el amor que se tienen. Un amor que no se expresa como en las películas de Hollywood: no hay citas, anillos, besos, pasión, sexo, sentimentalismo. Pero la sobriedad de la relación entre Ma y Guiying es mucho más elocuente y persuasiva que la superficialidad a la que nos ha acostumbrado el cine occidental.
Como se habrá ido imaginando el lector, estamos ante una película lenta y poética, con un altísimo sentido estético y dramático. Cada encuadre es un prodigio y el tempo del montaje nos consigue acompasar con el ritmo de quien vive de la tierra y para la tierra. Porque el amor entre nuestros personajes no se da en un espacio abstracto, virtual o urbanita: se da en el trabajo físico del campo, de sol a sol. Su relación no se nutre de cervezas en terrazas, sino de sembrar y segar, hacer adobe con las manos y cocinar bollos para alimentarse. El cine chino vuelve a brillar y a reconciliarnos con la vida.
Li Ruijun
China
2022
Drama
+7 años