El Putumayo «no nos separa, es el río que nos une» - Alfa y Omega

El Putumayo «no nos separa, es el río que nos une»

Las Iglesias de Perú y Colombia, una en cada orilla, han decidido crear una estación misionera común

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El equipo intervicarial, con Fernando Flórez (de blanco) y Alejandro Sánchez (atrás, con sombrero) al frente. Foto: Ginebra Peña

Apenas hora y media en barca separa Soplín de Leguízamo, dos localidades a ambas orillas del río Putumayo, la frontera natural entre Colombia y Perú en plena selva amazónica. Es una zona sin infraestructuras y con los problemas habituales ligados al narcotráfico. Aquí habitan numerosos grupos indígenas que no dudan en navegar río abajo o río arriba, sin detenerse a pensar sin están en el lado peruano o en el colombiano. Son los kichwa, murui muina, ajebeko yajen, secoya y muchos otros, que recorren el Putumayo para pescar, visitar a sus parientes o acudir al médico. En ambas orillas se usa el peso colombiano y son muchos los nativos que cuentan con las dos nacionalidades.

Para coordinarse y ofrecer un mejor servicio, las Iglesias de las dos orillas –el vicariato colombiano de Puerto Leguízamo-Solano, y el peruano de San José del Amazonas, a cargo del misionero extremeño claretiano José Javier Travieso– han decidido crear una estación misionera común. Esta iniciativa «surgió de la vida, de la realidad concreta, del día a día de los misioneros de la zona, de la necesidad de sumar fuerzas y coordinar la acción de los que trabajan en un mismo río cada uno en una orilla», afirma Travieso.

Así, la estación misionera conjunta la sacan adelante Fernando Flórez, del lado peruano, y el diácono de etnia murui Alejandro Sánchez, del lado colombiano. Ambos integran un equipo intervicarial que «hace oficial lo que ya era una realidad desde hace años», dice el obispo español. De este modo, la propuesta responde a la construcción de «redes de solidaridad y desarrollo» y a la «respuesta específica y valiente» que el Papa Francisco pedía a las Iglesias locales en Querida Amazonia.

«En los últimos años nuestras jurisdicciones han ido estrechando lazos y concretando modos de colaboración a través de los misioneros de la Consolata como hilo conductor», añade. «Esta cercanía, junto con el convencimiento de que el río no nos separa, sino que nos une, es la que ha hecho fluir las buenas relaciones y el trabajo conjunto entre las dos Iglesias», constata el obispo español.

Superando fronteras

La colaboración entre ambas entidades eclesiales ha surgido para hacer frente a las patologías propias de la zona: débil presencia de los estados; educación, salud, agua, electricidad y demás servicios básicos precarios o inexistentes, y narcotráfico, violaciones de los derechos humanos e impunidad. «Esta pobre gente a menudo debe escoger entre el hambre o el raspado de coca», reconoce Travieso.

En esta tarea, los misioneros apuestan por «el fortalecimiento de líderes, el cuidado de la casa común y la recuperación de las culturas originarias, sin descuidar la evangelización explícita y los sacramentos». Todo esto se hace a través de formación y trabajos comunitarios, talleres, reuniones, apoyo al trabajo diario de las federaciones indígenas, celebraciones y otras actividades «en las que poco a poco vamos fraguando y viviendo la misión conjunta en esta zona».

Por ello, estos misioneros intentan poner en contacto «el territorio, las culturas y la vida» de las cerca de 40 comunidades que viven en esta zona. «Es una bonita experiencia de trabajo en comunión y superación de fronteras geográficas y eclesiales», concluye el obispo.

Un año de la CEAMA

La Conferencia Eclesial de la Amazonia (CEAMA) ha cumplido un año de vida. Creada para elaborar una pastoral de conjunto en la región amazónica, durante este año la CEAMA ha identificado 20 núcleos temáticos prioritarios para su misión a partir de los cuatro sueños que expresó el Papa Francisco en Querida Amazonia.

«Estamos en el tiempo de construir juntos. No vale el desarrollo de proyectos individuales, sino ver qué se puede hacer en conjunto», ha asegurado su secretario, el jesuita Alfredo Ferro, para quien el próximo desafío de la CEAMA va a ser «promover un plan pastoral común para toda la iglesia en la Amazonia».