El prior de los agustinos pide esa «paz desarmada y desarmante» con la que León XIV fue elegido
Al concluir su 188 capítulo general, Joseph Farrell les ha asegurado que «toda explotación desaparece si somos capaces de recibirnos como hermanos»
«Una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante». Es la primera petición que León XIV hizo desde la logia central de la basílica de San Pedro nada más ser elegido Papa el pasado 8 de mayo. Es la misma con la que Joseph Farrell, prior general de los agustinos desde el 9 de septiembre, ha querido cerrar el 188 capítulo general de la orden en Roma.
Con un mensaje marcado por la fraternidad y la paz, el superior ha recalcado lo particular que es para su congregación que uno de ellos ocupe el ministerio petrino. Ha puesto deberes a sus hermanos «en el marco de la esperanza jubilar y en la memoria del Santo Padre el Papa Francisco».
En su carta, el recién elegido prior general ha recordado que su vida fraterna es la base de la misión agustina. Parafraseando a León XIV, ha apuntado que con este testimonio «tratamos de anunciar a todos los pueblos el Evangelio de Cristo y de hacer partícipes de su redención a todos los hombres». Y ha añadido que esa fraternidad nace de la «defensa humilde y sincera de la verdad, incansablemente buscada en el diálogo, el respeto y el amor de caridad».
La justicia, exigencia del Evangelio
En su misiva, Farrell ha denunciado que el mundo está «profundamente marcado por el egoísmo, la división y la violencia». Por tanto, «la justicia es una exigencia y, a la vez, el fruto maduro de este mismo Evangelio». Ha valorado que, ahí donde se acoge el nombre de Cristo, la injusticia retrocede. E incluso ha sentenciado que «toda explotación del hombre por el hombre desaparece si somos capaces de recibirnos unos a otros como hermanos».

El prior general ha recordado que esta tarea misionera se sostiene en la vida concreta de las comunidades repartidas por todos los continentes. «El orgullo divide; la humildad une», ha remachado. Y ha explicado a sus «hermanos en comunidad» que «somos testigos de que solo desde la humildad puede surgir una fraternidad que hable al mundo de la ternura de Dios».
«El bien común se construye cuando cada persona es valorada»
«Alzamos la voz por la paz, suplicamos por la paz, rezamos por la paz, en todas las partes del mundo, también allí donde el ruido de la guerra y la violencia» dominan, ha recordado Joseph Farrell. Y citando a León XIV, ha advertido de que, antes que en el propio campo de batalla, tal paz debe nacer primero en el corazón.
Finalmente, citando a san Agustín, ha cerrado su carta indicando que «la paz es la tranquilidad del orden». Por eso, ha explicado, los agustinos «creemos que el bien común se construye cuando cada persona es valorada en sí misma y la comunidad se convierte en espacio de verdad y caridad». En consecuencia y como conclusión, «nuestra vida fraterna quiere ser signo de ese orden pacífico que Dios desea para todos».