El primer Sínodo de Benedicto XVI. «Sin Dios, peligra la dignidad del hombre» - Alfa y Omega

El primer Sínodo de Benedicto XVI. «Sin Dios, peligra la dignidad del hombre»

Ya ha comenzado el Sínodo de Obispos del mundo sobre la Eucaristía, el primero del pontificado de Benedicto XVI. Se trata de una cita sumamente esperada por el Papa, como él mismo ya había confesado en su primer mensaje como Pontífice, el 20 de abril, ante los cardenales que le habían elegido Obispo de Roma, el día anterior

Jesús Colina. Roma
La Última Cena, iglesia de Saint-Austremoine, Issoire (Francia).

Tras los primeros meses de pontificado, en los que ha tomado el relevo dejado por Juan Pablo II, superando pruebas y maratones como el de la Jornada Mundial de la Juventud, en Colonia, ahora comienzan, para el sucesor de Pedro, tres semanas únicas para tomar el pulso de la Iglesia universal.

De hecho, él mismo ha querido agilizar ligeramente la metodología de la Asamblea sinodal, para dejar más espacio a intervenciones espontáneas. En estos días, está habiendo una primera serie de intervenciones de seis minutos ante el aula —y no ocho, como sucedía en el pasado—, en la que los obispos y cardenales están afrontando los temas propuestos por el documento de trabajo (Instrumentum laboris).

Al final de la congregación general, entre las 18 y las 19 horas, por primera vez en la historia, está habiendo sesiones libres, en las que los participantes pueden pedir la palabra para intervenir sobre los debates que están poniéndose sobre el tapete del sínodo.

La fiesta de los niños

La romana Plaza de San Pedro será testigo, el próximo 15 de octubre, de un encuentro muy especial que llevará por título La Eucaristía es nuestra fiesta. El Papa Benedicto XVI se reunirá con los niños que acaban de hacer la Primera Comunión, o la van a hacer próximamente, para charlar acerca de la Eucaristía. Los niños llevarán preparadas preguntas a Benedicto XVI, y éste las contestará, en medio de un diálogo animado. El propio Papa ha declarado estar deseando que llegue este momento: «Ésta será la fiesta de las familias y de las parroquias, y una oportunidad para que los niños se sientan valorados, escuchados, y que puedan saborear la belleza de participar en la mesa eucarística» afirmó.

Con esta novedad, Benedicto XVI busca pedir y obtener más información del resto de los padres sinodales que ya hayan hablado en el aula, generando una auténtica profundización en los temas.

Todas estas intervenciones están siendo escuchadas por el Pontífice, quien además tiene la oportunidad de tener encuentros personales con los obispos y participantes de los cinco continentes, en los que puede hacer preguntas sobre la realidad de las diferentes diócesis.

Hay que tener en cuenta, además, que los temas tratados no son fruto de gustos o caprichos de los presentes, sino que han quedado expuestos por ese documento de trabajo que la secretaría del Sínodo de los Obispos ha redactado, después de haber enviado un cuestionario a todas las diócesis del mundo. En estas respuestas no sólo han tenido que participar los obispos, sino también los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos que han querido: un auténtico sondeo global como ninguna otra empresa de estudios de opinión podría realizar.

El tema del sínodo constituye uno de los temas centrales del pontificado de Benedicto XVI: La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. El Papa Benedicto XVI está convencido de que la Iglesia sólo podrá afrontar los tremendos desafíos que tiene ante sí, si saca su fuerza misionera del Cenáculo. Al igual que las primeras comunidades de cristianos del Imperio Romano, los discípulos de Jesús, de inicios del nuevo milenio, sólo podrán ser testigos creíbles si se reúnen en comunidad en torno a Cristo, realmente presente en este sacramento, y ahí aprenden a conocerle y amarle.

La Eucaristía es el tema sobre el que más ha hablado este Papa desde su elección. Con este sínodo, que sirve de broche de oro al Año de la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005) convocado por Juan Pablo II, espera «volver a suscitar en el pueblo cristiano la fe, la maravilla y el amor por este gran Sacramento que constituye el auténtico tesoro de la Iglesia», según él mismo reconoció el 4 de septiembre pasado.

Lo que se juega la Iglesia en estas tres semanas es mucho más de lo que en un primer momento podrían imaginarse los mismos creyentes. Benedicto XVI quiere que, en esta ocasión, «tomen conciencia de un dato fundamental: en donde Dios no ocupa el primer lugar, allí donde no es reconocido y adorado como el Bien supremo, la dignidad del hombre se pone en peligro», según afirmó el 28 de agosto.

Sínodo de Obispos, caminando juntos

El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar.

Etimológicamente hablando, la palabra sínodo, derivada de los términos griegos syn (que significa con, estar juntos) y hodos (que significa camino), expresa la idea de caminar juntos. Un sínodo es una asamblea en la que unos obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal.

A través de la aceptación del Santo Padre de las sugerencias o conclusiones de una determinada Asamblea, el episcopado ejerce una actividad colegial que se aproxima, pero que no coincide, con aquella manifestada en un concilio ecuménico. Éste último es el resultado directo de varios factores: de una presencia de Padres provenientes de todo el episcopado, de la convocación de parte del Santo Padre y de «la unidad del episcopado, el cual, para ser uno, necesita una Cabeza del Colegio», como decía Juan Pablo II (Pastores gregis).

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