El porno, un problema de salud pública que «se puede sanar»
El sacerdote Patxi Bronchalo cuenta en su último libro su caída en la pornografía y da las claves sobre cómo se puede dejar y sanar
«Hoy la pornografía no se ve como un problema, pero hay que hablar de sus consecuencias: físicas, psicológicas, familiares, matrimoniales, laborales y espirituales. La pornografía es engañosa y lo triste es que está educando a niños y adolescentes. Hoy en día es un problema de salud pública», afirma el sacerdote Patxi Bronchalo, autor de Cuando el sexo te atrapa (Nueva Eva).
En el libro Patxi ofrece su propia experiencia de cuando cayó en el consumo con apenas 14 años, pero afirma que «hay esperanza» y «se puede dejar». Bronchalo asegura que la pornografía «es adictiva y funciona como una droga, pero es reversible», dependiendo de tres niveles de consumo. El primero son las caídas esporádicas pero sin enganche; el segundo es «un mal hábito que hay que sustituir por uno bueno»; y hay un tercer nivel que es «el consumo patológico y que hay que tratar como otras adicciones, con un grupo de terapia y de sanación».
En este sentido, Bronchalo propone como vías de sanación la labor de los centros diocesanos de orientación familiar (COF) y de los grupos de Sexólicos anónimos, por donde pasan personas «que demuestran que lo pueden dejar incluso en casos muy severos de adicción».
Para el sacerdote, uno de los mayores obstáculos para la recuperación es «la baja autoestima» que genera esta adicción. «Produce mucha culpabilidad, y eso además de romper nuestra imagen, rompe la imagen que tenemos de Dios y nos la tira al suelo. Hay una tentación de pensar que nos somos merecedores del amor de Dios, ni del amor de otras persona, y aparecemos como horribles ante nosotros mismos».
Por eso, Bronchalo afirma que la mayoría de jóvenes entraron en este mundo «sin una culpa inicial, porque alguien les mostró una escena y no supieron decir no. Es necesario descargar de culpa, porque no es verdad y porque es un obstáculo para la sanación. Hay que ver a Dios como verdaderamente es, y la culpa que sintamos hay que entregársela».
En este sentido, aunque este problema y el de la adicción en sí hacen que el combate sea «muy largo» y «puede haber muchas caídas». Uno de los avances será «restaurar la imagen de un Dios que nos quiere sanar y nos espera para perdonar». «Si tuviera que resumir todo esto en una frase, diría que es un problema muy gordo, pero se puede sanar. Hay esperanza».