El «pequeño Vaticano» madrileño también tiene su parroquia - Alfa y Omega

El «pequeño Vaticano» madrileño también tiene su parroquia

San Bruno acoge una nutrida presencia consagrada y ofrece sus servicios a muchos colegios mayores

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La parroquia es referente para universitarios de la zona
La parroquia es referente para universitarios de la zona. Foto: Parroquia San Bruno.

En el distrito madrileño de Moncloa-Aravaca abundan, sobre todo, las personas de la tercera edad, muchas de las cuales se mudaron al barrio hace décadas con sus familias y hoy sobreviven al aluvión de pisos para los turistas que llegan en oleadas al centro de la capital. Junto a unos y otros, en esta zona de viviendas donde resisten los comercios de toda la vida también viven muchos jóvenes que acuden cada curso a estudiar a algunas de las universidades de la ciudad. «Aquí tenemos muchos estudiantes universitarios, principalmente de fuera de Madrid, que viven alquilados en pisos compartidos y en residencias universitarias y colegios mayores», confirma el párroco de San Bruno, Manuel Iglesias. Destaca que, asimismo, «últimamente se aprecia un aumento de las familias jóvenes en la zona».

Por todo ello, la condición social de la gente del barrio «en general es de clase media alta», señala Iglesias, que subraya además dos realidades que son significativas. La primera es que «en nuestro territorio reside un número muy importante de comunidades de vida consagrada, sobre todo femenina», por lo que en los corrillos eclesiales «a esta zona se la conoce popularmente como “el pequeño Vaticano” de Madrid».

Oferta cultural

La segunda es que muchos de los vecinos «tienen una elevada formación académica en muy diversos ámbitos», lo cual configura la pastoral. «Proponemos cursos, conferencias y charlas de temáticas diversas que abarcan campos como la mística carmelitana, la Sagrada Escritura y la trascendencia de la fe en la vida personal y en nuestra cultura», afirma el sacerdote, que subraya la necesidad de que los fieles dispongan desde la parroquia de «una necesaria formación teológica».

Otra propuesta de peso en el barrio y en la comunidad son los llamados Grupos de Cultura, impartidos por profesores voluntarios. En ellos, cerca de 200 personas aprenden cada año ganchillo, cestería, pintura, francés, o incluso baile de sevillanas. San Bruno tiene, además, una rica variedad de grupos y actividades que van desde las catequesis de iniciación cristiana a grupos de oración y formación para distintas edades, de familias y de matrimonios.

Fachada del comedor parroquial
Fachada del comedor parroquial. Foto: Parroquia San Bruno.

Los jóvenes, una vez terminada la iniciación cristiana, se reúnen en grupos organizados por edades, desde los 16 años a los universitarios y estudiantes de posgrado. También hay un grupo de mayores de 30 años. Todos ellos tienen reuniones quincenales y, al cabo del año, tienen la posibilidad de participar en acciones de voluntariado, convivencias y actividades de verano.

Entre San Bruno y los numerosos colegios mayores universitarios de la zona se desarrolla lo que han bautizado como la Pastoral Conjunta. Esta ofrece a los estudiantes foráneos actividades formativas, de voluntariado, celebraciones litúrgicas y encuentros de oración y de vida sacramental. El trabajo coordinado permite dar a los jóvenes el acompañamiento que necesitan durante su estancia en Madrid en sus años de formación.

Un grupo de fieles tras la Misa de las familias el domingo pasado
Un grupo de fieles tras la Misa de las familias el domingo pasado. Foto: Parroquia San Bruno.

Por último, a pesar de no ser un barrio donde exista una emergencia social, la parroquia no ha querido dejar de ejercer una señalada actividad caritativa. La realiza a través del comedor San Francisco, que asiste de lunes a viernes a cerca de 175 personas. Lo gestionan en coordinación con San Bruno las religiosas terciarias capuchinas, «apoyadas por un número importante de voluntarios, que pertenecen en su mayoría a la comunidad y también a la cercana San Juan Crisóstomo», dice el párroco. Su actividad es posible gracias al apadrinamientos de los feligreses y a la colaboración del Grupo de Teatro Solidario de la parroquia, desvela.