El Papa se reunirá con Olivia Maurel, nacida por gestación subrogada y activista contra esta práctica
Roma acogerá este jueves la Conferencia Internacional de la Declaración de Casablanca para la Abolición de la Gestación Subrogada
La francesa Olivia Maurel creció entre algodones, rodeada de excesos materiales, como una niña privilegiada. Pero ese palacio de cristal era solo aparente: le costaba trabajo confiar en la gente, tanto que llegó a ser una persona muy posesiva; empezó a beber y a fumar marihuana, tuvo depresión e intentó suicidarse. Nada tenía sentido hasta que encontró la clave de sus tormentos: había nacido por gestación subrogada.
Desde entonces su vida cobró un nuevo sentido y dedicó sus esfuerzos a luchar por la abolición de esta práctica terrible.
Un día la influencer feminista y madre de tres hijos le envió una carta al Papa contándole su historia. Francisco quedó conmovido y la invitó al Vaticano. Maurel visitará al Pontífice junto a una delegación de la Declaración de Casablanca que lucha por la abolición universal de la maternidad subrogada este jueves, 4 de abril, un día antes de que esta iniciativa, lanzada en marzo del año pasado en la ciudad marroquí que le da el nombre y con apoyo de expertos de 75 países, desarrolle en Roma la Conferencia Internacional de la Declaración de Casablanca para la Abolición de la Gestación Subrogada.
La Declaración de Casablanca propone que los Estados se comprometan en una Convención internacional para promover un contexto mundial de rechazo de la maternidad subrogada. Sus organizadores esperan que cada vez más países se sumen a esta estela virtuosa. Italia ha sido uno de los primeros países que ha catalogado el vientre de alquiler como un delito universal. Quien recurra a esta práctica, corre el riesgo de prisión de tres meses a dos años y con multa de 600.000 a un millón de euros, según la ley aprobada por la Cámara de Diputados en julio.
En el tradicional discurso ante los diplomáticos en enero, el Papa dio su primer espaldarazo a la prohibición universal de lo que consideró la «despreciable» práctica de la gestación subrogada, que «representa una grave violación de la dignidad de la mujer y del niño».