El Papa reza por las víctimas del accidente ferroviario en India
«Podemos pensar a Dios a través de la imagen de una familia», ha dicho durante el ángelus en la fiesta de la Santísima Trinidad
«Aseguro mi oración por las numerosas víctimas del accidente ferroviario que ha tenido lugar en India. Soy cercano a los heridos y a los familiares. Que el Padre del Cielo acoja en su reino las almas de los difuntos».
Con estas palabras, el Papa Francisco ha recordado tras el rezo del ángelus a todos los afectados —en torno a 300 muertos y 900 heridos— por el choque de tres trenes en el país asiático, dos de pasajeros y uno de mercancías. Este sábado, el Pontífice ya mostró sus condolencias a través de un telegrama, en el que muestra su tristeza por «la inmensa pérdida de vidas humanas».
Además de esta tragedia, Francisco ha vuelto a encomendar a la Virgen María a los pueblos afectados por la guerra y especialmente «a la martirizada ucrania». Tras saludar a todos los peregrinos que se han dado cita en la plaza de San Pedro, ha añadido: «Os deseo un buen domingo. Y, por favor, no olvidéis rezar por mí. Gracias».
Dios es familia
En la breve meditación antes del rezo mariano, el Papa se ha referido a la fiesta que este domingo celebra la Iglesia: la Santísima Trinidad. «La palabra Dios nos sugiere una realidad singular, majestuosa y distante, mientras que oír hablar de un padre y un hijo nos reconduje a casa. Sí, podemos pensar a Dios a través de la imagen de una familia reunida en la mesa, donde se comparte la vida», ha afirmado.
Además, ha señalado que esa mesa, además del altar, es «símbolo con el que ciertos iconos representan la Trinidad». «Es una imagen que nos habla de un Dios comunión. Padre, Hijo y Espíritu Santo: comunión», ha agregado. Para el Papa, la imagen de Dios como familia es posible gracias al Espíritu Santo, porque «nos hace experimentar la presencia de Dios, siempre cercana, compasiva y tierna».
«Nuestro Dios es comunión de amor: así nos lo ha revelado Jesús. ¿Y saben qué podemos hacer para recordarlo? El gesto más simple, que hemos aprendido de niños: la señal de la cruz. Con el gesto más simple, con este signo de la cruz, trazando la cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos cuánto nos ha amado Dios, hasta dar la vida por nosotros; y nos repetimos que su amor nos envuelve completamente, de arriba abajo, de izquierda a derecha, como un abrazo que no nos abandona nunca. Al mismo tiempo, nos comprometemos a testimoniar a Dios amor, creando comunión en su nombre», ha concluido.