El Papa pide superar a «conservadores» y «progresistas»: «Solo caminan los que aman» - Alfa y Omega

El Papa pide superar a «conservadores» y «progresistas»: «Solo caminan los que aman»

En su felicitación navideña a la Curia, Francisco les ha encargado «escuchar», «discernir» y «caminar»

Rodrigo Moreno Quicios
El Papa Francisco durante el tradicional discurso previo a la Navidad a los cardenales y altos funcionarios de la Curia Romana en el Salón de las Bendiciones del Vaticano, el 21 de diciembre de 2023
El Papa Francisco durante el tradicional discurso previo a la Navidad a los cardenales y altos funcionarios de la Curia Romana en el Salón de las Bendiciones del Vaticano, el 21 de diciembre de 2023. Foto: CNS.

En su tradicional felicitación a la Curia romana por Navidad, el Papa Francisco ha celebrado en la mañana del 21 de diciembre que «Dios viene, Dios está aquí» pese a que el mundo esté tristemente marcado por la violencia de la guerra, los riesgos tremendos a los que estamos expuestos por el cambio climático, la pobreza, el sufrimiento, el hambre y otras heridas que habitan nuestra historia. A su juicio, «es reconfortante descubrir que incluso en estos lugares de dolor, como en todos los espacios de nuestra frágil humanidad, Dios se hace presente en esta cuna, en este pesebre, que hoy eligió para nacer y llevar el amor del Padre a todos». Tal y como lleva repitiendo en los últimos días, Francisco ha dicho que Dios «se hace presente según el estilo que le es propio, con cercanía, compasión y ternura».

El Papa ha pedido a los cardenales escuchar como lo hizo la Virgen, «que prestó oídos al anuncio del Ángel y abrió su corazón al plan de Dios». «Escuchar, en efecto, es un verbo bíblico que no se refiere solo a oír, sino que implica la participación del corazón y, por tanto, de la vida misma», ha recalcado. Según Francisco, al escuchar se puede crear «una relación que nos invita a superar los esquemas y a vencer prejuicios en los que a veces enmarcamos la vida de quienes nos rodean». Y ha elogiado de María que, en el pasaje de la Anunciación, escuchaba «de rodillas». Ha señalado que es una actitud en la que «nos abrimos al misterio del otro, dispuestos a recibir humildemente lo que quiera entregarnos».

Francisco ha puesto este ejemplo a los purpurados para evitar, «cuando nos comunicamos entre nosotros», el riesgo de «ser como lobos depredadores». «Enseguida intentamos devorar las palabras del otro, sin escucharlo realmente, e inmediatamente vertemos sobre él nuestras impresiones y nuestros juicios», ha advertido. Como remedio, ha recomendado practicar un «silencio interior». «Primero escuchamos, luego en silencio acogemos, reflexionamos, interpretamos, y solo entonces podemos dar una respuesta», ha enumerado. Una dinámica que se aprende «en la oración porque ensancha el corazón y baja de su pedestal a nuestro egocentrismo».

El pontífice ha recalcado que «también en la Curia es necesario aprender el arte de escuchar». «Antes de nuestros deberes cotidianos y de nuestras actividades, pero sobre todo antes de los roles que desempeñamos, necesitamos redescubrir el valor de las relaciones, y tratar de despojarlas de formalismos, para animarlas con espíritu evangélico, ante todo escuchándonos recíprocamente», ha emplazado. Y ha pedido hacerlo «con el corazón y de rodillas». «Escuchémonos, tratando de entender bien lo que dice nuestro hermano, de captar sus necesidades y, de alguna manera, la vida que se esconde detrás de esas palabras, sin juzgar», ha añadido.

Ha puesto como ejemplo de esta flexibilidad a Juan el Bautista, quien «atraviesa una dramática crisis de fe» cuando Jesús comienza su ministerio. «Había anunciado la inminente venida del Señor como la de un Dios poderoso, que finalmente juzgaría a los pecadores arrojando al fuego todo árbol que no diera fruto y quemando la paja en un fuego inextinguible», ha recordado Francisco. «Pero esta imagen del Mesías se hace añicos ante los gestos, las palabras y el estilo de Jesús, ante la compasión y la misericordia que tiene con todos», ha añadido. «En resumen, Jesús no era como él se lo esperaba y, por eso, incluso el Precursor debía convertirse a la novedad del Reino, debía tener la humildad y el valor para discernir».

Discernir y caminar

Francisco ha invitado a ejercer «ese arte de la vida espiritual que nos despoja de la pretensión de saberlo ya todo», que tiene un nombre: «Necesitamos practicar el discernimiento espiritual, escrutar la voluntad de Dios, cuestionar las mociones interiores de nuestro corazón, y luego evaluar las decisiones que hay que tomar y las elecciones que hay que hacer». Ha advertido además de que, cuando no se hace este ejercicio, la vida pastoral se vuelve «monótona».

La tercera recomendación del Papa a la Curia ha sido «caminar», una acción propia de los Reyes Magos. «La alegría del Evangelio, cuando la acogemos de verdad, desencadena en nosotros el movimiento del seguimiento, que provoca un verdadero éxodo de nosotros mismos y nos pone en camino hacia el encuentro con el Señor y hacia la plenitud de la vida», ha comentado. Y ha matizado que la fe cristiana «no quiere confirmar nuestras seguridades, ni hacer que nos instalemos en fáciles certezas religiosas, o regalarnos respuestas rápidas a los complejos problemas de la vida».

En opinión del Papa, «cuando Dios llama, siempre nos pone en camino, como hizo con Abraham, con Moisés, con los profetas y con todos los discípulos del Señor». Y ha solicitado a los cardenales superar «la tentación de permanecer paralizados y de ‘laberintear’ dentro de nuestros cercados y temores». Ha advertido de que «los miedos, las rigideces y la repetición de esquemas generan inmovilidad», una cualidad con «la aparente ventaja de no crear problemas», pero que finalmente «perjudica el servicio que estamos llamados a ofrecer a la Iglesia y al mundo entero».

Finalmente ha señalado que una de las necesidades de la Iglesia hoy es, como sucede «al encender las brasas bajo las cenizas», volver a «transmitir la pasión a quienes hace tiempo la perdieron». Algo en lo que son inútiles las batallas ideológicas. «Sesenta años después del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre ‘progresistas’ y ‘conservadores’, mientras que la diferencia central está entre ‘enamorados’ y ‘acostumbrados’», ha considerado el Papa. «Esta es la diferencia, y solo caminan los que aman», ha concluido.

«Escondimiento y pequeñez»

En un encuentro posterior con trabajadores de la Santa Sede y el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Papa ha elogiado el «escondimiento y pequeñez» del nacimiento de Jesús. «Nos transmite el rasgo manso de Dios, que no viene a nosotros para aterrorizarnos con su grandeza ni para imponerse con su magnificencia, sino que se hace presente de la manera más ordinaria posible, haciéndose uno de nosotros», ha comentado en el Aula Pablo VI del Vaticano.

Francisco ha elogiado a los trabajadores por su discreto cumplimiento del deber: «Vuestro trabajo aquí, en el Vaticano, se desarrolla sobre todo en la clandestinidad cotidiana, realizando a menudo cosas que pueden parecer insignificantes y que, en cambio, contribuyen a ofrecer un servicio a la Iglesia y a la sociedad», les ha dicho. Asegurándoles que es una labor similar a la de santa María y san José, les ha dado las gracias y deseado que «vuestro trabajo continúe con espíritu de gratitud, con serenidad y con humildad, y dando ahí mismo, en vuestras relaciones con vuestros colegas y compañeros, testimonio cristiano». Les ha recordado además que «la bondad crece sin hacer ruido y da esa paz, esa alegría al corazón, que es tan bella».

Ha pedido a todos vivir una Navidad más pendientes de la familia que de las redes sociales. «Esta es la época del “maquillaje”, donde todo el mundo se maquilla, no solo la cara sino también el alma, y eso es malo, e intenta aparentar, sobre todo a través de las redes», ha diagnosticado. Ha definido esta dinámica como «querer copas de cristal preciosas sin importar si el vino es bueno». «El buen vino se bebe en una copa común», ha añadido en su metáfora. Les ha deseado «que estéis atentos en vuestras casas y familias a las pequeñas cosas de cada día, a los pequeños gestos de gratitud y al cuidado». Y ha concluido diciendo que «mirando el pesebre podemos imaginar el cuidado, la ternura de María y José por el niño Jesús que ha nacido».