El Papa pide que se respeten los corredores humanitarios en Ucrania
Ha dicho que «la Santa Sede está dispuesta a hacer de todo» por la paz
Una semana más la plaza de San Pedro se ha teñido con los colores azul y amarillo de la bandera de Ucrania. Y una semana más, durante el rezo del ángelus, el Papa Francisco ha hablado alto y claro sobre la invasión rusa: «En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas».
Francisco ha puesto negro sobre blanco lo que ya todo el mundo sabe, pero la maquinaria propagandística rusa se empeña en calificar con el eufemismo de «operación militar»: «No se trata solo de una operación militar, sino de guerra que siembra muerte, destrucción y miseria. Las víctimas son siempre más numerosas, así como las personas que huyen, sobre todo, madres y niños. En ese país martirizado crece dramáticamente de hora en hora la necesidad de asistencia humanitaria».
Por eso, durante esta intervención al finalizar la oración mariana, ha reiterado que en una guerra deben respetarse las vidas de los civiles y, en consecuencia, los corredores humanitarios para facilitar su evacuación. Las autoridades de la ciudad ucraniana de Mariupol, asediada por la artillería rusa, han informado de que no se cumplió el alto el fuego acordado para habilitar pasillos humanitarios seguros para la población civil. En una intervención en la televisión pública italiana, el vicealcalde de la localidad, además de denunciar que el objetivo ruso es a todas luces el exterminio de la vida humana, explicó que solo se había respetado el alto el fuego durante una media hora escasa.
Una información que de seguro ha llegado al Papa que este domingo hacía este llamamiento «a que se aseguren realmente los corredores humanitarios y se garantice y facilite el acceso de las ayudas a las zonas asediadas para ofrecer el vital socorro a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo».
Los más de 10 días de indiscriminados ataques rusos sobre suelo ucraniano han reducido prácticamente a la nada a ciudades de cientos de miles de habitantes. La ola de desplazados internos y refugiados no deja de crecer hasta superar, según ACNUR, más del millón y medio de almas. De ahí que Francisco haya querido este domingo dar las gracias «a todos los que están acogiendo a los refugiados».
El Papa ha implorado «que cesen los ataques armados y prevalga la negociación y prevalga el sentido común también y se vuelva a respetar el Derecho Internacional». Para ayudar en esa negociación, o para lo que haga falta, Francisco ha dicho abiertamente que «la Santa sede está dispuesta a hacer de todo» por la paz.
El Pontífice ha dedicado casi todo el tiempo de su intervención a la invasión de Ucrania, al drama humano que nace de cualquier guerra y del que, en muchas ocasiones, el mundo solo es consciente gracias a la labor de los periodistas. Por ello, el Papa ha dado las gracias a aquellos que están poniendo en riesgo la propia vida en Ucrania por ofrecer «un servicio que nos permite estar cerca del drama de esa población y nos permite comprobar la crueldad de una guerra». Los fieles de la plaza han aplaudido a estos profesionales, muchos de los cuales han tenido que marcharse de Rusia ante la última medida de Putin para controlar el discurso mediático sobre la guerra.
Por último, el Santo Padre ha recordado que ha enviado a dos cardenales a la zona del conflicto «para servir al pueblo y para ayudar», en representación no solo suya, «sino de todo el pueblo cristiano que quiere ser cercano y exclamar: la guerra es una locura, deteneos, mirad esta crueldad».