El Papa llega a Grecia: «Estamos ante un retroceso de la democracia» - Alfa y Omega

El Papa llega a Grecia: «Estamos ante un retroceso de la democracia»

Francisco advierte ante las autoridades griegas de que «las promesas fáciles de los populismos se muestran atrayentes»

Yago González
El Papa Francisco, a su llegada este sábado al aeropuerto de Atenas
El Papa Francisco, a su llegada este sábado al aeropuerto de Atenas. Foto: CNS / Paul Haring.

El Papa Francisco ha recordado este sábado en Atenas, donde continúa su viaje apostólico, que en Grecia «nació la democracia», pero que ésta corre riesgos: «No se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no sólo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia». El Pontífice ha pronunciado estas palabras en el Palacio Presidencial delante de la jefa de Estado, Katerina Sakellaropoulou, de las autoridades religiosas y civiles y del cuerpo diplomático.

La democracia, ha señalado Francisco, «requiere la participación y la implicación de todos y por tanto exige esfuerzo y paciencia». «La democracia es compleja, mientras el autoritarismo es expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes», ha advertido.

Según el Pontífice, «en diversas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el malestar conducen a una suerte de “escepticismo democrático”. Sin embargo, la participación de todos es una exigencia fundamental, no sólo para alcanzar objetivos comunes, sino porque responde a lo que somos: seres sociales, irrepetibles y al mismo tiempo interdependientes».

Otra de las razones de ese escepticismo, ha señalado el Papa, son «la distancia de las instituciones, el temor a la pérdida de identidad y la burocracia». A su juicio, el remedio a estos males «no está en la búsqueda obsesiva de popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de promesas imposibles o en la adhesión a abstractas colonizaciones ideológicas, sino que está en la buena política, en cuanto arte del bien común». «Para que el bien sea realmente participado, hay que dirigir una atención particular, diría prioritaria, a las franjas más débiles», ha exhortado.

El Papa saluda a la presidenta de Grecia, Katerina Sakellaropoulou. Foto: CNS Photo / Paul Haring.

El Papa ha subrayado que precisamente desde Atenas «se elevó, y que siga elevándose siempre, un mensaje orientado hacia lo alto y hacia el otro; que a las seducciones del autoritarismo responda con la democracia; que a la indiferencia individualista oponga el cuidado del otro, del pobre y de la Creación, pilares esenciales para un humanismo renovado, que es lo que necesitan nuestros tiempos y nuestra Europa».

El símbolo del olivo

Francisco ha propuesto un «símbolo» muy presente en «las costas fértiles» del Mediterráneo: «el olivo, del que se acaban de recoger los frutos y que aúna tierras diversas que se asoman al único mar». Ha lamentado que muchos de estos árboles centenarios hayan sido consumidos en los últimos años por incendios «causados con frecuencia por condiciones meteorológicas adversas, que a su vez fueron provocados por el cambio climático».

«Frente al paisaje herido de este maravilloso país, el árbol del olivo puede simbolizar la voluntad de contrastar la crisis climática y sus devastaciones. De hecho, después del diluvio, la catástrofe primordial narrada por la Biblia, una paloma regresó hasta Noé “llevando en el pico una hoja de olivo que había arrancado” (Gn 8, 11). Era el símbolo de la recuperación, de la fuerza para volver a comenzar cambiando el estilo de vida, renovando las propias relaciones con el Creador, las creaturas y la creación», ha ilustrado.

En esta línea, el Papa ha deseado «que los compromisos asumidos en la lucha contra el cambio climático se compartan cada vez más y no sean de fachada, sino que se lleven adelante con seriedad; que a las palabras sigan los hechos, para que los hijos no paguen una vez más la hipocresía de los padres». Para reforzar este punto, Francisco ha citado a Aquiles en la Ilíada de Homero: «Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y manifiesta otra».

La odisea de la migración

El Papa ha mencionado la crisis de los refugiados y migrantes que golpea Europa, y ha llamado a las autoridades del continente a trabajar en su ayuda. «La comunidad europea, desgarrada por egoísmos nacionalistas, más que ser un tren de solidaridad, algunas veces se muestra bloqueada y sin coordinación. Si en un tiempo los contrastes ideológicos impedían la construcción de puentes entre el este y el oeste del continente, hoy la cuestión migratoria también ha abierto brechas entre el sur y el norte», ha denunciado.

«Quisiera exhortar nuevamente a una visión de conjunto, comunitaria, ante la cuestión migratoria, y animar a que se dirija la atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus derechos humanos y de su dignidad. Más que un obstáculo para el presente, eso representa una garantía para el futuro, de modo que sea signo de una convivencia pacífica para cuantos se ven forzados a huir en busca de un hogar y de esperanza, y que son cada vez más numerosos. Son los protagonistas de una terrible odisea moderna», ha lamentado el Pontífice.