Francisco lamenta que la belleza se ha convertido «en una obsesión» - Alfa y Omega

Francisco lamenta que la belleza se ha convertido «en una obsesión»

Al reunirse con un proyecto que forma a personas excluidas para cuidar lugares públicos ha subrayado que pobres, migrantes, ancianos y personas con discapacidad son «preciosos a los ojos del Señor»

Victoria Isabel Cardiel C.
El Papa saluda a los miembros de Custodios de la Belleza. Foto: Vatican Media

Pocas horas después de regresar de su viaje a Luxemburgo y Bélgica, el Papa —que cumplirá 88 años en diciembre— ha retomado su agenda en el Vaticano con diversas audiencias. Por ejemplo, se ha reunido con el presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), el cardenal Pedro Barreto, que ha estado acompañado por un grupo de mujeres que reflexionan sobre la figura femenina en la vida de la Iglesia.

Francisco también ha recibido esta mañana en audiencia a los impulsores del proyecto Custodios de la Belleza, promovido por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y destinado a tutelar la dignidad de las franjas de la sociedad más débiles. Esta iniciativa benéfica ayuda a personas desempleadas e inmigrantes. Las coordinan en equipos de trabajo para llevar a cabo tareas de cuidado de lugares públicos como calles, plazas, parques, jardines y monumentos. Primero reciben formación y luego los ponen en contacto con empresas locales que buscan trabajadores.

El Santo Padre les ha señalado que el mundo actual ha convertido la belleza «en una obsesión». Una forma de entenderla «distorsionada» que la confunde con modelos «efímeros y masificadores, más ligados a criterios hedonistas, comerciales y publicitarios que al desarrollo integral de las personas». Para Francisco, ese enfoque es «deletéreo» porque no ayuda a que florezca lo mejor de cada uno, sino que conduce a la «degradación del hombre y de la naturaleza». En cambio, ha llamado a cultivar la belleza como «algo único y sagrado para cada criatura concebida, amada y celebrada por Dios desde los orígenes del mundo como unidad inseparable de gracia y bondad, de perfección estética y moral».

Asimismo, el Papa ha hecho notar durante su discurso en la Sala Clementina del Palacio Apostólico que, en un contexto que a menudo invita a «no ensuciarse las manos y a delegar», es importante que el cuidado de los demás y de las cosas sea un compromiso «personal y comunitario».

Para el Pontífice, ser «custodios de la belleza» es más bien «un modo de ser» porque «custodiar significa proteger, preservar, vigilar y defender». Implica, por tanto, poner «atención y cuidado» a partir de «la conciencia del valor de quien se nos confía». En consecuencia, significa no tener «miedo a dedicar tiempo, a implicarse y a asumir responsabilidades».

Así, ha señalado que las personas más vulnerables de la sociedad reclaman con urgencia «decisiones serias y eficaces orientadas a promover el bien de todos».

«Tantas personas se encuentran hoy al margen, descartadas, olvidadas en una sociedad cada vez más eficiente y despiadada». Como ejemplo, ha puesto a «los pobres, los emigrantes, los ancianos, discapacitados y los enfermos crónicos». Sin embargo, «cada uno de ellos es precioso a los ojos del Señor», ha matizado. Por ello ha exhortado a sus visitantes que, «en su labor de regeneración de tantos lugares que han sido dejados al abandono y a la degradación, tengan siempre como objetivo prioritario el cuidado de las personas que los habitan y frecuentan». «Sólo así devolverán a la creación su belleza», ha concluido.