El Papa invita a seguir el ejemplo de san Ignacio y a convertirse en medio de un mundo de pestes
Envía una carta al cardenal Omella con motivo de la celebración en Barcelona el quinto centenario de la conversión de san Ignacio
El Papa Francisco se ha unido este lunes a la celebración en Barcelona del quinto centenario de la conversión de san Ignacio de Loyola a través de una carta dirigida al cardenal Juan José Omella, un texto en el que señala los paralelismos entre la época actual y la que le tocó vivir al fundador de la Compañía de Jesús, cuyo ejemplo invita a seguir.
«Es significativo en estos momentos pensar que, para llevarlo hasta allí, Dios se sirviese de una guerra y de una peste. La guerra que lo sacó del sitio de Pamplona y fue el detonante de su conversión, y la peste que le impidió llegar a Barcelona y lo retuvo en la cueva de Manresa. Es una gran lección para nosotros, pues guerras y pestes no nos faltan para que lleguemos a convertirnos», escribe el Pontífice.
Es preciso, continúa, asumir estas circunstancias como una oportunidad «para revertir el rumbo seguido hasta ahora e invertir en lo que verdaderamente importa, sea cual sea el ámbito en que nos movamos». Y añade: «Por medio de las crisis, Dios nos dice que no somos nosotros los señores de la historia, ni siquiera de nuestras propias historias, y por más que somos libres de corresponder o no a las llamadas de su gracia, es siempre su diseño de amor el que dirige el mundo».
Asimismo, reivindica no solo la respuesta afirmativa de san Ignacio, sino que la gracia recibida la entregó a otras personas a través de un camino y un método para ayudarlas a encontrarse con Dios. «Desde entonces, sus ejercicios espirituales, como otros itinerarios de perfección, se nos presentan como esa escala de Jacob que desde la tierra nos lleva al cielo, y que Jesús promete a quienes lo buscan sinceramente», concluye.
Con la carta también quiere llevar su saludo a las autoridades, civiles y eclesiásticas, al pueblo de Dios que recuerda a san Ignacio de Loyola con devoción y cariño, y a los hombres de buena voluntad que lo respetan por ser un hombre íntegro y coherente en sus convicciones.