El Papa insta a rezar por los ucranianos, que van a pasar la Navidad «sin luz y sin calefacción»
Durante la audiencia general, que Francisco ha dedicado al discernimiento, ha pedido pensar especialmente en los niños «que sufren tanto esta guerra inhumana y cruel»
«Que el nacimiento de Jesús nos haga pensar en Ucrania, en los niños que sufren y sufren tanto por esta guerra», que «es inhumana y muy dura». Es la petición que ha lanzado este miércoles el Papa al final de la audiencia general, en la que también ha asegurado que cuando se ha encontrado con niños ucranianos ha visto como «la mayoría no logra sonreír. Y cuando un niño pierde la capacidad de sonreír es grave. Estos niños llevan la tragedia».
Pero el llamamiento de Francisco no se ha limitado solo a los niños. El Pontífice ha instado a recordar al conjunto del pueblo ucraniano, que «va a pasar esta Navidad sin luz, sin calefacción y sin las cosas esenciales para sobrevivir. Recemos al Señor para que done la paz lo antes posible».
Asimismo, el Santo Padre ha aprovechado su saludo a los fieles polacos para hablar de la tradición en Polonia de dejar «un sitio vacío en la mesa en Nochebuena para un invitado inesperado». Un puesto que este año «estará ocupado por la multitud de refugiados de Ucrania, a quienes habéis abierto las puertas de vuestras casas con gran generosidad», ha agradecido el Papa argentino.
«Tenemos un Padre tierno»
Antes de su alocución sobre Ucrania, el Pontífice ha vuelto a hablar sobre el discernimiento, una práctica que, «queramos o no», realizamos cada día al decidir «lo que comemos, leemos, en el trabajo, en las relaciones, y si no elegimos nosotros, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos».
Para el discernimiento en la vida espiritual, el Santo Padre ha recomendado unas ayudas, tales como «la confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia», que nos enseñan «a reconocer la voz de Dios y a distinguirla entre otras voces».
Otra cosa que facilita el discernimiento es «vivir una relación afectiva con el Señor». «Muchas veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez hosco, severo, preparado para vernos fallar. Jesús, al contrario, nos revela un Dios lleno de compasión y de ternura, preparado a sacrificarse a sí mismo para encontrarnos, precisamente como el padre de la parábola del hijo pródigo».
En este sentido, ha recordado que «tenemos un Padre tierno, afectuoso, que nos ama, que nos ha amado desde siempre». Y cuando esto se experimenta, «el corazón se derrite y caen dudas, miedos, sensaciones de indignidad. Nada puede oponerse a este amor».
La última ayuda, según el Santo Padre, es «el don del Espíritu Santo, presente en nosotros, que nos instruye, hace viva la Palabra de Dios que leemos, sugiere significados nuevos, abre puertas que parecían cerradas, indica sendas de vida allí donde parecía que hubiera solo oscuridad y confusión».