El Papa entregará al presidente italiano el Premio Pablo VI

Francisco entregará al presidente italiano el Premio Pablo VI

El galardón, que Mattarella recibirá el 29 de mayo, reconoce la «fecundidad cultural del mensaje cristiano», en esta ocasión a través de «la acción política y el servicio al bien común»

Redacción
Premio Pablo VI Mattarella
El Papa Francisco saluda a Mattarella en 2019. Foto: CNS.

El Papa Francisco entregará al presidente de Italia, Sergio Mattarella, el Premio Internacional Pablo VI. La entrega del galardón, que se concede a personalidades que «con sus estudios y sus obras han contribuido al crecimiento del sentido religioso en el mundo», tendrá lugar el 29 de mayo en el Vaticano, memoria litúrgica de este Papa santo.

Así lo ha anunciado a los periodistas el presidente del Instituto Pablo VI de Concesio (Brescia), Angelo Maffeis, que ha agradecido al Papa su disponibilidad. Esta da fe de «la veneración del Papa Francisco por Pablo VI», la estima por el presidente Sergio Mattarella y también el reconocimiento por la labor del instituto para mantener viva la memoria del Papa Montini.

Otorgado por primera vez en 1984 a Hans Urs von Balthasar por sus estudios teológicos, el premio «pretende en particular reconocer la fecundidad cultural del mensaje cristiano, capaz de promover un auténtico humanismo», recogen medios vaticanos. Su edición de este año, en concreto, se centra en el tema Pablo VI e Italia: herencia histórica y actualidad. Así, se quiere subrayar «cómo la acción política y el servicio al bien común en el ejercicio de las diversas funciones institucionales» es uno de los «ámbitos significativos» donde el mensaje cristiano puede ser fecundo.

Protagonista del siglo XX

El presidente del Instituto Pablo VI, promovido por la Obra de Educación Cristiana de Brescia, ha matizado que el de Pablo VI «fue sin duda un ministerio eclesial, al que sería erróneo atribuir un valor político inmediato». Pero también es cierto que Giovanni Battista Montini «cruzó el siglo XX con una gran participación en eventos italianos e internacionales». Como asistente eclesiástico de la Federación Universitaria Católica Italiana, «en un contexto dominado por el régimen fascista, contribuyó a formar en libertad a los jóvenes estudiantes que conoció en las universidades repartidas por toda Italia».

Más adelante, después de la Segunda Guerra Mundial, como sustituto de la Secretaría de Estado «acompañó el crecimiento de la joven democracia italiana». Como arzobispo de Milán «se midió a sí mismo frente a las profundas transformaciones que se estaban produciendo en los campos cultural y social». Y finalmente, como Papa, «continuó siguiendo los acontecimientos italianos, con absoluto respeto a la autonomía de la esfera civil y, al mismo tiempo, con íntima participación personal, tanto en el fervoroso clima conciliar como en los dramáticos años ensangrentados por el terrorismo».

Además de estos papeles protagonistas, Maffeis ha recordado que en 1924, cuando su padre Giorgio no estaba seguro de presentarse a unas elecciones, el joven Giovanni Battista Montini, que entonces tenía 27 años, «lo anima a aceptar la candidatura y a asumir la responsabilidad que va ligada a ella». Le escribió también que valoraba positivamente «el esfuerzo, como el suyo, de quienes buscan razones superiores de coherencia y moralidad política» para perseverar en la competición política, «en lugar de retirarse a criticar y soñar».

Porque, creía, «uno de los peligros más graves para un país es que lo honesto, probable, competente, vaya más allá de sus corrientes políticas, por lo que es un acto de virtud civil permanecer aun cuando haya que permanecer como derrotado».