David Schindler dirige la edición norteamericana de la revista Communio, en cuya fundación, en 1972, intervinieron Joseph Ratzinger, Hans Urs von Baltasar, Henri de Lubac… En vísperas de la llegada del Papa a Estados Unidos, Schindler repasaba, en un número especial de la revista Vatican Inside, algunas de las claves del pensamiento de Benedicto XVI en el contexto concreto de su octavo viaje apostólico fuera de Italia. Por ejemplo:
Joseph Ratzinger, teólogo
«Lo que le caracteriza es su capacidad para integrar teología y espiritualidad, y que siempre habla desde el corazón de nuestros problemas culturales. Cuando uno lee sus homilías, le hacen pensar, y cuando uno lee su teología, ésta le impele a rezar. Hace teología, ni más ni menos, a la manera de los grandes santos y doctores de la Iglesia, lo cual es muy necesario en nuestro tiempo. Ha regresado a las raíces, al Evangelio. Y lo ha hecho con total naturalidad, en el sentido de que lo ha recuperado precisamente en el contexto histórico presente, sin perder de vista nuestras problemáticas. Muchos teólogos se vuelven oscuros porque quieren ser originales. Benedicto XVI no tiene ningún interés en serlo. Lo que le interesa es ser fiel, y la creatividad se despliega por sí sola. Uno de los rasgos de su obra, y uno de sus grandes regalos a la Iglesia, es que prescinde de terminología especializada. No la utiliza, porque no le interesa especular, si eso supone perder de vista la integridad de la vida humana y de la vida eclesial».

Cooperador de la verdad
«Es muy gentil y tiene una gran curiosidad hacia el mundo; siempre le maravillan las cosas. Sabe escuchar. Si no le interrumpes durante una conversación, puedes acabar empleando todo el tiempo en hablar de ti mismo, respondiendo a las preguntas que él te hace. Las personas que disienten con él se quedan, con frecuencia, desarmadas cuando descubren lo respetuoso que es hacia lo que el otro tiene que decir. En cualquier conversación, lo que le preocupa es la verdad, pero siempre queda claro que, al defender la verdad, defiende algo que es integral a la dignidad de la otra persona. No defiende su propio ego, sino algo que es más grande que él mismo y que es necesario para la realización de la dignidad de ambos, la suya propia y la del interlocutor. Para Benedicto XVI, la existencia humana es diálogo con Dios. Como dice Tomás de Aquino, conocemos a Dios implícitamente en todo lo que conocemos; amamos a Dios implícitamente en todo lo que amamos…».
El Papa, Occidente y América
«El Papa dice que los problemas de Occidente se remontan al olvido de Dios. ¿En qué medida es esto cierto para América? Uno tiene que reconocer la sinceridad de los americanos: no son cínicos cuando afirman que creen en Dios. La cuestión, sin embargo, es que Dios, aunque importante en sus vidas, tiende a quedar relegado a una parcela de la vida, sin relación con otras, como el trabajo, la vida pública… No es que la relación con Dios no tenga influencia, pero es una influencia, más bien, de inspiración moral. No provee el fin último de todas esas actividades, que desarrollan su propia lógica, al margen y en paralelo a la relación de la persona con Dios. En el corazón de la teología de Ratzinger está el esfuerzo por redescubrir la centralidad de Dios en todo».
Fe y razón
«El Papa tratará de mostrar a América que la cuestión de Dios no es irracional ni está más allá de la razón, sino que es, de hecho, necesaria para la integridad de la razón y de la naturaleza. Uno de los retos, en este sentido, es la recuperación de algo que, con frecuencia, se ha perdido en los tiempos modernos: lo que Tomás de Aquino llama el deseo natural de conocer la verdad sobre Dios. Ese deseo no es sólo sobrenatural, aunque sólo sea plenamente realizado en la fe, pero está ya en nuestra naturaleza».

Los derechos humanos
«Es típico en nuestra cultura la comprensión de los derechos como inmunidad frente a una coerción externa, o como prerrogativas concretas. En ambos casos, un derecho es algo que yo puedo reclamar al otro. Según la comprensión que tiene el Papa de la Creación, sin embargo, la vida humana es un regalo que demanda una respuesta de gratuidad. Los derechos emergen en un contexto centrado en el otro; esto es, de servicio al otro. Esa visión garantiza el reconocimiento incondicional de los derechos humanos, aunque éstos no tienen el centro de gravedad primero en uno mismo. Se trata de reconocer la dependencia esencial de la criatura, cuya existencia es filial. Es esta filialidad, que implica dependencia de Dios, la que falta en la concepción en América acerca del ser humano y de la libertad humana desde la fundación de la nación hasta el presente, lo que ha originado una comprensión de la libertad de tipo pelagiano, incapaz de reconocer en el Padre el origen de todo ser humano».
Dios bendiga a América
«Nunca he leído nada de Benedicto XVI que me haga pensar que va a cuestionar la importancia del patriotismo, cosa que, sin embargo, no implica la ausencia de crítica, sino la capacidad de resaltar los aspectos positivos. La cuestión es ser crítico, por así decirlo, desde la perspectiva de Dios y del conjunto de la Humanidad. El Papa diría a un americano que no sea antiamericano, sino que ame a América, y la crítica que, sin duda, hará no se opone a eso, sino que quiere ayudar al país a purificar lo que tiene de bueno, que es mucho. La energía moral de América es muy real y no es ningún defecto. El énfasis que pone América en la igualdad y en los derechos es indispensable para cualquier concepción del ser humano. El hecho de que la gente crea en Dios, que no sea cínica en su mayoría salvo quienes, digamos, trabajan para el Washington Post o el New York Times [dos de los diarios de referencia]) es algo positivo. Los americanos suelen tener mucho sentido común, y América tiene mucho que aportar a la Iglesia».
La propuesta de Benedicto XVI
«Frente a los problemas de hoy, la respuesta que nos da la teología del Papa es muy simple: hace falta santidad. La cultura de la vida y la civilización del amor significan la recuperación del Dies Domini, el Día del Señor, como programa completo de vida. Debemos recuperar el sosiego en el corazón de nuestro activismo, para dejar espacio a Dios y dar cabida al otro en su integridad».
El Papa llegó ayer a Estados Unidos para conmemorar el bicentenario de cinco diócesis, acompañado del lema Cristo, nuestra esperanza. La Iglesia local que visita es la cuarta del mundo en número de fieles, tras Brasil, México y Filipinas. El catolicismo, divididos los evangélicos en sus distintas ramas, es la primera religión del país. Son católicos uno de cada cuatro ciudadanos, porcentaje que permanece estable desde hace tres décadas, aunque la presencia de inmigrantes hispanos es cada vez más notable. El aspecto negativo es la tendencia generalizada a una religiosidad a la carta, del mismo modo que, en ciertos sectores católicos, sobre todo del mundo educativo, se cuestionan aspectos centrales del magisterio.
Estados Unidos es el país de la división tajante entre Iglesia y Estado, pero la religión tiene gran presencia en la vida pública. El presidente Bush, que recibió ayer al Papa en la Casa Blanca, acaba de referirse a Benedicto XVI, en una entrevista a la cadena de televisión católica EWTN, como representante de «ciertos valores que, pienso, son importantes para la salud del país», frente a la amenaza del relativismo moral que «mina la capacidad de tener sociedades más esperanzadas y libres».
Estados Unidos está en precampaña electoral, y los candidatos se esfuerzan por cortejar a los católicos. Desde la Santa Sede, sin embargo, se anuncia que hay especial cuidado en no interferir con la campaña. Aunque esto, desde luego, no significa que el Santo Padre vaya a callarse sobre ciertas cuestiones. «No es un hombre de bla, bla, bla», ha dicho el nuncio del Papa en Estados Unidos, el arzobispo Pietro Sambi, al International Herald Tribune. Y advierte: «Es un pensador, y antes de hablar piensa. Y reza mucho».
Popular Tv ofrece, desde el martes, una programación especial en directo, con motivo del octavo viaje apostólico fuera de Italia del Papa. Esta tarde, a las 16 horas (horario de España peninsular), retransmitirá la Misa que Benedicto XVI celebrará en el National Stadium, de Washington.
Mañana viernes, 18 de abril, podrá verse, a partir de las 16:15 horas, el discurso del Santo Padre ante la Asamblea de las Naciones Unidas, en Nueva York.
El sábado 19 de abril, en la catedral de San Patricio, Benedicto XVI celebrará la Eucaristía, que podrá seguirse por Popular Tv desde las 15:10 horas. Y el domingo, a las 15 horas, la cadena retransmitirá la oración del Papa en el lugar donde se cometió el atentado contra las torres gemelas, donde rezará por las víctimas del 11S.
No habrá discursos; sólo esta oración, en el lugar donde perdieron la vida tres mil personas en aquel brutal atentado terrorista. Será el domingo, a la misma hora de entonces, a las 9 de la mañana, hora local (las 15 horas, en España), cuando asistamos a este silencioso testimonio, tal vez un elocuente complemento a otros discursos, como el que pronunciará ante la ONU, y que centrará todas las miradas: «Oh Dios del amor, la compasión y la sanación, míranos, personas de muchas creencias y tradiciones diferentes, que nos reunimos hoy en este lugar, escenario de increíble violencia y dolor. Te pedimos que en tu bondad des luz y paz eterna a todos los que murieron aquí… Te pedimos, por tu compasión, que lleves sanación a aquellos que sufren de heridas y enfermedades. Sana, también, el dolor de las familias que aún sufren y de todos los que perdieron a seres queridos en esta tragedia. Dales fortaleza para continuar sus vidas con coraje y esperanza… Concede tu paz a nuestro mundo violento: paz en los corazones de todos los hombres y mujeres y paz entre las naciones de la Tierra. Vuelve a tu forma de amor a aquellos cuyos corazones y mentes están consumidos por el odio. Dios del entendimiento, abrumados por la magnitud de esta tragedia, buscamos tu luz y guía, en tanto confrontamos acontecimientos tan terribles. Concede que aquellos cuyas vidas se perdieron puedan vivir para que las vidas perdidas aquí no hayan desaparecido en vano. Confórtanos y consuélanos, fortalécenos en la esperanza y danos la sabiduría y el coraje para trabajar incansablemente por un mundo en donde reinen la paz verdadera y el amor entre las naciones y en los corazones de todos».