El Papa en el ángelus: «Ninguna victoria armada compensa el miedo de los niños»

La alarmante escalada bélica acrecentada por los ataques de Estados Unidos a Irán de las últimas horas ha marcado el ángelus pronunciado por León XIV este domingo, que ha calificado el escenario como «dramático y alarmante». Sin embargo, ha pedido que estos acontecimientos no nos hagan olvidar «el sufrimiento cotidiano de la población, especialmente en Gaza y de otros territorios, donde es urgente una adecuada ayuda humanitaria».

El grito incesable de la Iglesia por el cese de los conflictos se ha renovado una vez más en la plaza de San Pedro: «Hoy, más que nunca, la humanidad grita e invoca la paz», ha sentenciado el Pontífice, que ha hecho un llamamiento a la «responsabilidad y la razón», y ha aclarado que este grito «no debe ser sofocado por el fragor de las armas ni por palabras retóricas que incitan al conflicto» .

Además, el Santo Padre ha aludido a los miembros de la comunidad internacional, a quienes ha recordado que cada uno de ellos «tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra antes de que se sea imparable» y que «no existen conflictos lejanos cuando la dignidad humana está en juego».

Ante los fieles congregados, León XIV ha asegurado que, lejos de resolver los problemas, «la guerra los amplía y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que llevan generaciones para sanar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños y el futuro robado». Asimismo, ha apuntado a la diplomacia para «hacer callar las armas» y ha instado a «que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia y con conflictos sangrientos».

La alegría del compartir, también desde la sencillez

En la catequesis, el Papa ha recordado que este domingo la Iglesia universal celebra la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, también conocido como Corpus Christi. Esto nos debe hacer leer las lecturas del día «de una manera más profunda». En este sentido, León XIV ha expresado la importancia del compartir, como lo hizo Dios para salvarnos, pero también cuando compartió «hasta sus últimas consecuencias nuestra pobreza, eligiendo valerse, para redimirnos, precisamente de lo poco que podíamos ofrecerle».

El Pontífice ha puesto de ejemplo cuando hacemos un regalo, «quizás pequeño, acorde con nuestras posibilidades» y vemos que es apreciado por el que lo recibe; «lo contentos que nos sentimos cuando comprobamos que, a pesar de su sencillez, ese regalo nos une aún más a quienes amamos». Así sucede también en la Eucaristía entre nosotros; «Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a él recibiendo y compartiendo con igual amor».