Ante la triple crisis —sanitaria, económica y ecológica—, y los intentos de utilizar la pandemia para fragmentar el mundo, el Papa se vuelca en reforzar una doctrina básica del cristianismo: la fraternidad universal, redescubierta por el Concilio Vaticano II y promovida en todas las encíclicas sociales a partir de la Populorum progressio de Pablo VI.
La próxima encíclica, Fratelli tutti, que firmará en Asís el 3 de octubre, trae a primer plano esa línea, visible ya en Laudato si (2015) y en Caritas in veritate (2009), donde Benedicto XVI pedía a la Iglesia manifestar «toda su propia capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal».
El 4 de febrero de 2019 Francisco dio un paso de gigante al firmar en Abu Dabi el documento sobre fraternidad humana con Ahmed al Tayyeb, guía espiritual de 1.300 millones de musulmanes suníes. Comienza así: «En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz…».
El Papa lo recordaba el pasado 14 de mayo, jornada de plegaria por el final del coronavirus: «Todos somos hermanos. San Francisco de Asís decía: “Tutti fratelli”. Y por eso, hombres y mujeres de toda confesión religiosa nos unimos en la oración para pedir la gracia de la superación de esta pandemia».
En sus discursos y catequesis, Francisco está realzando el principio de solidaridad con el objetivo de elevarlo a fraternidad. Al mismo tiempo, quiere ensanchar la fraternidad pues «cuando tengamos una relación fraternal con la Creación, seremos custodios de la casa común, custodios de la vida y custodios de la esperanza; custodiaremos el patrimonio que Dios nos ha dado para que puedan gozarlo las generaciones futuras».
Traer la fraternidad al primer plano es la manera de enseñar que «Dios es Padre de todos» y de poner en práctica el resumen de los mandamientos: «Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».