La Iglesia apoya a los países pobres en la COP28
La Santa Sede espera que la cumbre del clima de Dubái incluya en sus conclusiones pasos concretos para reducir el uso de combustibles fósiles, aunque al final el Papa no pueda llevar este mensaje en persona
«Estamos mirando al precipicio». Es el momento de cambiar de rumbo. Tomás Insua, director ejecutivo del Movimiento Laudato Si’, describe de forma gráfica la situación a la que se enfrenta la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) que comienza este jueves en Dubái. Allí estaba previsto que aterrizara el viernes el Papa Francisco, aunque finalmente la visita se tuvo que cancelar siguiendo el consejo de los médicos debido al proceso gripal que sufría el Santo Padre. Al cierre de esta edición, en el Vaticano se trabajaba para definir «lo antes posible las formas en que se podrá implementar» la participación no solo de la Santa Sede sino, a distancia, del mismo Pontífice. Este empeño, a pesar de las circunstancias adversas, «es un gesto muy claro con el que está diciendo que esta es casi una prioridad máxima para su pontificado». Francisco «está muy preocupado por la crisis climática y por la poca respuesta de la humanidad». No en vano el 4 de octubre también publicó con este motivo la exhortación apostólica Laudate Deum. En ella, pedía un proceso de transición de los combustibles fósiles a las energías renovables «drástico, intenso y con el compromiso de todos», en forma de medidas «eficientes, obligatorias» y que se puedan evaluar.
¿Qué está en juego en Dubái para que el Vaticano apueste tanto por esta COP? Eduardo Agosta, experto en cuestiones climáticas y miembro de la delegación de la Santa Sede explica que se hará el primer balance de la implementación del Acuerdo de París (2015), cuando se planteó el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5º C —o como mucho 2º C— sobre los niveles preindustriales. No se espera un resultado halagüeño. También habrá que tomar decisiones sobre el fondo que se decidió crear el año pasado, en la COP27 de Sharm el Sheij (Egipto), para paliar los daños causados por el cambio climático en los países en desarrollo.
«Pero el elefante en la habitación es la eliminación de los combustibles fósiles», subraya Agosta. Reducir su consumo hasta el 15 % o el 20 % del actual, bajando las emisiones de CO2 la mitad en 2030 y un 85 % en 2050 «es la única manera de cumplir el Acuerdo de París». Hasta hace muy poco se ignoró esta medida. «El año pasado se habló pero no entró en el documento final. Esta vez esperamos que sí y que se decida crear una comisión para estudiar la implementación de un tratado al respecto». Será, de hecho, una de las claves para que considere «exitosa» la COP28. Este climatólogo argentino es optimista: «Ya hay un grupo de seis u ocho países» que lo han pedido «y probablemente se sumen otros, entre ellos algunos de la UE». Hay naciones pidiendo un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles y existe una Alianza por la Descarbonización haciendo presión.
Tratado central para la Iglesia
Entre los promotores de estas iniciativas destacan los países del Pacífico. Amenazados en su propia supervivencia por la subida del nivel del mar, «son los que históricamente han liderado el llamamiento para que haya más ambición por parte de los gobiernos», explica Insua. La Iglesia se unirá a su impulso con la presencia dentro de la delegación del Movimiento Laudato Si’ de Peter Chong. Arzobispo de Suva, en el pequeño país insular de Fiyi (Oceanía), es «una voz de mucho peso sobre esta cuestión».
El apoyo de la Iglesia no queda ahí. En ausencia del Papa, tanto la delegación de la Santa Sede como la del Movimiento Laudato Si’ se centrarán en mantener encuentros bilaterales con otras delegaciones, explica Gabriel López, responsable de Comunicación de este movimiento. En estas reuniones tendrán un papel central los países de Asia Pacífico y el impulso al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. «Es un eje central de la propuesta católica, en línea con Laudate Deum».
Además de su enorme peso moral, la Santa Sede es, desde el año pasado, parte y no solo observadora de la Convención Marco de la ONU. El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, encabezará su delegación y permanecerá en Dubái durante toda la cumbre, para defender la visión de la Iglesia en las negociaciones y en la votación final.
La presencia de la Iglesia también será muy palpable en el Pabellón de las Religiones. Insua explica que es la primera vez que en una cumbre del clima se dedica un espacio institucionalizado a las religiones. «Es fundamental porque implica recordar al mundo que las religiones tienen un rol crucial en la lucha contra la emergencia climática», que es «en primer lugar una crisis moral».