Francisco alerta de las resistencias y el miedo al cambio en la Iglesia - Alfa y Omega

Francisco alerta de las resistencias y el miedo al cambio en la Iglesia

Durante la Misa con motivo de la festividad de san Pedro y san Pablo, reitera que en la Iglesia «hay sitio para todos»

Redacción
El Papa Francisco abraza a Job Getcha, arzobispo ortodoxo oriental de Telmessos, durante la Misa de San Pedro y San Pablo. Foto: Reuters / Remo Casilli.

El Papa ha denunciado una corriente de «resistencia» en la Iglesia que le impide «ponerse en marcha», al tiempo que ha alertado del riesgo de tener «miedo al cambio». Además, ha dejado claro que el Evangelio supone siempre una «novedad».

«Todavía experimentamos mucha resistencia interior que no nos permite ponernos en marcha», durante la Eucaristía en la basílica vaticana con motivo de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, en la que ha bendecido los palios arzobispales. Los palios, tras ser bendecidos por el Papa Francisco, serán impuestos a los nuevos arzobispos metropolitanos «como signo de comunión con el obispo de Roma».

El Papa ha señalado que a los miembros de la Iglesia, tanto laicos como clérigos, a veces les «abruma la pereza» y acaban prefiriendo sentarse «a contemplar las pocas cosas seguras» que ya existen, en lugar de levantarse para «lanzar la mirada hacia nuevos horizontes».

«A menudo estamos encadenados como Pedro en la prisión de la costumbre, con miedo al cambio y atados a la cadena de nuestros hábitos. Pero así nos deslizamos hacia la mediocridad espiritual, corremos el riesgo de arrastrar los pies incluso en la vida pastoral, el entusiasmo por la misión se debilita y, en lugar de ser un signo de vitalidad y creatividad, acabamos dando una impresión de tibieza e inercia», ha precisado.

El Pontífice ha citado al jesuita francés, Henri de Lubac, uno de los teólogos más influyentes del siglo XX, al señalar que «la gran corriente de novedad y vida que es el Evangelio» corre el riesgo de convertirse en una fe que «cae en el formalismo y la costumbre», en una religión «de ceremonias y devociones, de ornamentos y consolaciones vulgares»» Así, ha arremetido contra el cristianismo «clerical», «formalista», «aburrido» y «endurecido».

Del mismo modo, ha pedido una Iglesia «sin cadenas y sin muros» en la que «todos puedan sentirse acogidos y acompañados, en la que se cultive el arte de la escucha, del diálogo, de la participación, bajo la única autoridad del Espíritu Santo». Francisco ha pedido así una Iglesia «libre y humilde» que no retrasa «los desafíos de hoy» ni se demora «en los recintos sagrados», sino que se «deja animar por la pasión del anuncio del Evangelio y el deseo de llegar a todos y de acoger a todos».

«No olvidemos esta palabra: todos. A todos», ha reiterado el Papa que después ha invitado a ir en busca de los «ciegos, sordos, cojos, enfermos, justos y pecadores». «A todos», ha repetido en varias ocasiones. Tras afirmar nuevamente que en la Iglesia «hay sitio para todos», ha arremetido contra la actitud de seleccionar solo a determinados perfiles.

«Muchas veces nos convertimos en una Iglesia de la puerta abierta, pero para despedir a la gente, para condenar a la gente. Ayer uno de vosotros me dijo: para la Iglesia este no es el tiempo de las despedidas, es el tiempo de la acogida», ha subrayado.

El Papa ha instado a los fieles a preguntarse qué pueden hacer por la Iglesia. A su juicio, es necesaria «humildad» porque participar en la comunidad «nunca debe significar ocupar el centro del escenario» o «sentirse mejor» que los demás e «impedir que los demás se acerquen». «No hay cristianos de primera o segunda clase», ha remachado el Pontífice.