El Papa advierte de que cerrarse a la creatividad es una tentación «que se disfraza de fidelidad»
Francisco ha señalado en su catequesis que «los atractivos de una espiritualidad intimista o incluso un sentido mal entendido de la centralidad de la liturgia» pueden ser, «más que respuestas al Espíritu, reacciones a las insatisfacciones personales»
El Papa Francisco solo ha hablado dos veces en la audiencia general del 6 de diciembre. Al principio, para bendecir a los peregrinos, y al final, para lanzar un mensaje por la paz: «No nos olvidemos de rezar por los que sufren el drama de la guerra, en particular en Ucrania, Israel y Palestina. La guerra es siempre una derrota. Ninguno gana, todos pierden. Solo ganan los fabricantes de armas», ha dicho en el Aula Pablo VI del Vaticano con la voz algo tomada, aunque en visible mejoría de salud.
Su catequesis ha girado en torno a la exhortación apostólica Evangelii gaudium, la primera del pontificado de Francisco, y quienes mucho califican de su «programa». Con la ayuda del sacerdote Filippo Ciampanelli, que ha leído por él, Francisco ha advertido de que, aunque la alegría es una primera característica para evangelizar, también «el anuncio debe realizarse en el Espíritu Santo». «En efecto, para comunicar a Dios no basta la credibilidad gozosa del testimonio, la universalidad del anuncio y la actualidad del mensaje. Sin el Espíritu Santo todo celo es vano y falsamente apostólico: sería solo nuestro y no daría fruto», ha subrayado.
«En Evangelii gaudium recordé que “Jesús es el primer y más grande evangelizador” y que “en cualquier forma de evangelización la primacía es siempre de Dios”, que “ha querido llamarnos a colaborar con él y estimularnos con la fuerza de su Espíritu”», ha señalado el Papa por boca de su ayudante. Una llamada a ceder el protagonismo a Dios al evangelizar acompañada de un matiz: «Sin embargo, la primacía del Espíritu no debe llevarnos a la indolencia». El Papa ha recalcado que «la confianza no justifica el desinterés» y que «la vitalidad de la semilla que crece por sí misma no autoriza a los agricultores a descuidar el campo».
Francisco ha bromeado apuntando que «el Señor no nos ha dejado folletos teológicos ni un manual pastoral para aplicar, sino el Espíritu Santo que suscita la misión». Y, según sus palabras, el Espíritu invita a «la iniciativa valiente» con dos características: «creatividad y sencillez».
Sobre este primer rasgo, la creatividad, el Papa ha explicado que sirve de gran ayuda «en esta época nuestra que no ayuda a tener una mirada religiosa de la vida y el anuncio se ha convertido más difícil en muchos lugares». Francisco ha reconocido que, cuando la predicación es «aparentemente infructuosa, puede nacer la tentación de desistir del servicio pastoral». Que viene además acompañada de refugiarse «en zonas de seguridad, como la repetición habitual de cosas que se hacen siempre, los atractivos de una espiritualidad intimista o incluso un sentido mal entendido de la centralidad de la liturgia».
En su catequesis, Francisco ha advertido de que tales dinámicas «son tentaciones que se disfrazan de fidelidad a la tradición pero, a menudo, más que respuestas al Espíritu, son reacciones a las insatisfacciones personales». A su juicio, pueden resolverse con la «creatividad pastoral» y «ser audaces en el Espíritu». «Por eso he escrito que Jesucristo puede romper los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo», ha recalcado el Papa, quien ha además reivindicado la «creatividad divina» señalando que «cada vez que buscamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, aparecen nuevos caminos».
Pero Francisco ha explicado que el destino de estos caminos y esta creatividad es finalmente «la sencillez» porque así es también el mensaje cristiano: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte y para liberarte».
Al final de la audiencia general, el Papa Francisco saludó a tres premios Nobel que fueron a verlo para entregarle la Declaración sobre la Fraternidad Humana. Es un documento que ya habían redactado junto a otros 30 galardonados el 10 de junio en el romano Palacio de la Cancillería y que en la tarde de aquel mismo día firmaron junto al secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin.
De acuerdo con la fundación Fratelli tutti, la entrega al Papa el miércoles de esta declaración es un «gesto simbólico» que precede a «la presentación del documento en otras zonas del planeta». Entre sus objetivos, el documento aspira a «crear sociedades de paz» y «unificar la tierra manchada por la sangre de la violencia y el odio, por las desigualdades sociales y por la corrupción del corazón».
Entre los tres premios Nobel que visitaron al Papa estaba el italiano Giorgio Parisi, ganador del Nobel de Física en 2021 y una de las autoridades científicas que respaldan con mayor entusiasmo la labor de Francisco por el cuidado del planeta. Ya estuvo en los Jardines Vaticanos el 5 de octubre de este año explicando los puntos centrales de la exhortación apostólica Laudate Deum, publicada por Francisco el día anterior.
También estuvo la filipina Maria Ressa, premio Nobel de la Paz 2021, un galardón que aquel año compartió con el ruso Dmitri Murátov. Ambos son periodistas que luchan por la libertad de prensa en su país, aunque el ruso no pudo acudir el miércoles al Vaticano. En su encuentro con el Papa al final de la catequesis, Maria Ressa le entregó una copia de su libro Cómo luchar contra un dictador: ¿Qué estás dispuesto a sacrificar por tu futuro?, una obra muy crítica con el gobierno del expresidente Rodrigo Duterte.
La tercera invitada del Papa era Tawakkul Karman, premio Nobel de la Paz en 2011. Procede de Yemen, un país por el que el Papa a menudo pide oraciones. Karman recibió el galardón hace doce años por su activismo no violento por los derechos de las mujeres.