El Papa a los seminaristas: «Hay que ser valientes»
En un discurso en parte en español, León XIV les ha pedido «no ser meros receptores pasivos, sino apasionarse por la vida sacerdotal»
León XIV se ha reunido este martes en la basílica de San Pedro con los futuros sacerdotes llegados a Roma para su Jubileo particular. El Pontífice los invitó a la oración y al discernimiento para ser «testigos de esperanza» y evangelizadores «mansos y fuertes» en un mundo marcado por el conflicto, el narcisismo y la sed de poder. También los exhortó a escuchar el grito de los últimos, haciendo de la propia vida «un don de amor», informa Vatican News.
«Gracias por haber aceptado con valentía la invitación del Señor a seguir, a ser discípulo, a entrar en el seminario. Hay que ser valientes y ¡no tengan miedo!». Con estas palabras, pronunciadas en español, el Papa León XIV alentó a los cerca de 4.000 seminaristas llegados a Roma desde distintas partes del mundo. El Obispo de Roma los definió llamados a convertirse en «puentes y no obstáculos para el encuentro con Cristo».
El Pontífice los animó a amar «con el corazón de Cristo», diciéndole sí «con humildad y valentía» y trabajando sobre su propia interioridad: «Bajar a lo profundo del corazón a veces puede darnos miedo, porque en él también hay heridas. No tengan miedo de cuidarlo, déjense ayudar, porque precisamente de esas heridas surgirá la capacidad de estar cerca de los que sufren».
El «camino privilegiado» que conduce a la interioridad, continuó León XIV, es ante todo la oración, que, «en una época de hiperconexión, permite captar la presencia de Dios y conocerse verdaderamente a sí mismo, también en relación con el mundo». Igualmente importante es el discernimiento, aquel que hace capaces de «custodiar y meditar», de «recomponer los fragmentos, los sueños, los deseos y las ambiciones que se agolpan en el corazón, a veces de manera confusa».
«En un mundo donde a menudo hay ingratitud y sed de poder, donde a veces parece prevalecer la lógica del descarte, ustedes están llamados a testimoniar la gratitud y la gratuidad de Cristo, la exultación y la alegría, la ternura y la misericordia de su Corazón», les ha sugerido asimismo.
Por último, les ha exhortado a «no minimizarse nunca, no contentarse, no ser meros receptores pasivos, sino apasionarse por la vida sacerdotal, viviendo el presente y mirando al futuro con corazón profético».