El Papa a los gobernantes: «Escuchen a los pueblos que piden la paz»
En la Jornada Mundial de los Pobres, Francisco ha celebrado la Eucaristía en la basílica de San Pedro y, en el ángelus posterior, ha reflexionado sobre cómo afrontar las crisis y dificultades
«Por favor, no nos olvidemos de los pobres». Esta ha sido la petición que ha hecho el Papa Francisco tanto a la Iglesia como a los estados y organizaciones internacionales durante la Eucaristía celebrada este domingo en la Basílica de San Pedro con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres. En ella, el Pontífice ha instado a estar atentos para «que la fe cristiana no se reduzca a una devoción pasiva que no incomoda a los poderes de este mundo y no produce ningún compromiso concreto en la caridad».
En su homilía, Francisco ha hecho un llamamiento a reflexionar sobre la verdadera caridad, cuestionando a las personas que dan limosna si esta se da con un gesto de humanidad o como un acto vacío de conexión personal. «Aquellos que dan limosna, yo les pregunto dos cosas: ¿tú tocas las manos de las personas o les tiras la moneda sin tocarlos? ¿Tú miras a los ojos a la persona a la que estás ayudando o miras hacia otro lado?», ha preguntado.
Después de la Eucaristía, el Papa se ha asomado al balcón pontificio para el tradicional rezo del ángelus ante los fieles. Allí ha recordado las víctimas de los abusos con motivo de la jornada de oración convocada por la Conferencia Episcopal Italiana y ha afirmado que «cada abuso es una traición a la confianza y a la vida». Además, ha reiterado una vez más su firme condena a las guerras y conflictos en países como Ucrania, Myanmar, Líbano, Palestina o Sudán, países por los que ha pedido seguir rezando. «La guerra nos hace inhumanos e induce a tolerar crímenes inaceptables. Que los gobernantes escuchen el clamor de los pueblos que piden la paz», ha reclamado.
Ya en su discurso dominical, ha reflexionado sobre la forma de afrontar las crisis y las dificultades en la vida, cuando «tenemos la sensación de que todo llega a su fin, y sentimos que incluso las cosas más bellas pasan». El Santo Padre ha recordado que estas experiencias, aunque son dolorosas, también «son parte de la experiencia humana y son importantes porque nos enseñan a dar a cada cosa su justo peso, a no atar nuestro corazón a las realidades de este mundo».
En este sentido, Francisco ha invitado a reflexionar sobre la esperanza cristiana recordando que, incluso en las crisis y fracasos «el Evangelio nos invita a mirar la vida y la historia sin tener miedo de perder lo que acaba, sino con alegría por lo que queda». Y, como viene siendo habitual, ha finalizado interpelando a los fieles congregados con una pregunta: «¿Estamos apegados a las cosas de la tierra, que pasan rápidamente, o a las palabras del Señor, que permanecen y nos guían hacia la eternidad?».