Fundación Esperanza y Alegría: «El padre estaba solo recogiendo cadáveres de la casta de los dalit» - Alfa y Omega

Fundación Esperanza y Alegría: «El padre estaba solo recogiendo cadáveres de la casta de los dalit»

La espiritualidad de madre Teresa y una carta desesperada fueron la semilla de la Fundación Esperanza y Alegría, que acaba de cumplir 20 años

José Calderero de Aldecoa
Niñas del hogar Santa Teresa, proyecto de la fundación. Foto: Fundación Esperanza y Alegría.

En el año 2000 la empresaria María Moreno, que había conocido personalmente a la madre Teresa y tenía una gran red de contactos, recibió una carta del sacerdote Gastón Dayanand, amigo personal de la santa que lleva más de 50 años ayudando a las personas más desfavorecidas de la India. «Me escribió pidiendo ayuda, porque había unas inundaciones horribles en el delta del Ganges y estaba recogiendo cadáveres de la casta de los dalit, los intocables. Nadie le ayudaba, solo algún voluntario», a pesar de que el sistema de castas lleva más de 50 años abolido en el país, explica Moreno a Alfa y Omega. «Aquellas palabras me impactaron. La carta estaba muy bien escrita, con mucho sentimiento, y me llegó al corazón». Dayanand entonces no lo sabía, pero aquellas líneas iban a desembocar en un torrente de solidaridad durante las siguientes dos décadas. «Después de leerla pensé en montar una fundación inspirada en la espiritualidad de madre Teresa, que atendiese a los más pobres de entre los pobres a través de la educación».

Poco después, el 25 de mayo de 2001, nació la Fundación Esperanza y Alegría. «Sin educación no hay futuro, sin futuro no hay esperanza, y sin esperanza en nada tampoco puedes tener alegría. Por eso la fundación se llama así», explica la impulsora. La entidad y sus estatutos están inspirados en la santa de Calcuta, pero no porque Dayanand estuviera en el origen, sino porque la propia María Moreno, años atrás, conoció y trató en varias ocasiones a la religiosa albanesa. «Era una mujer muy inteligente. Fuerte por dentro, con mucho carácter y voluntad, y frágil por fuera, en el sentido de que era chiquitita. Atraía su santidad. Supuraba amor hacia los demás», recuerda. La primera vez que ambas se vieron fue en Nueva York. Moreno viajó a EE. UU. a realizar un curso de finanzas. Allí sintió la necesidad de retomar esa costumbre de dedicar un tiempo a los demás que tenía desde que era joven y, con este propósito, entró en contacto con dos sacerdotes. Fue cuando la fundadora de Esperanza y Alegría conoció a santa Teresa, a la cual volvería a ver en cada viaje de la religiosa a Estados Unidos y con la que siguió en contacto desde entonces.

En cifras

1/4 de millón de personas al año son ayudadas por la fundación

20 años han pasado desde la creación de la entidad

22 países se han beneficiado de algún proyecto

Ante semejante influencia se entiende la presencia de la entidad especialmente en la India –actualmente la organización está centrada en este país y en España–, pero lo cierto es que Esperanza y Alegría ha desarrollado proyectos en 22 países y ayuda, anualmente, a cerca de 250.000 personas. «Tenemos tres tipos de proyectos», explica la Moreno. En primer lugar están «los proyectos que construimos desde cero –una escuela, un comedor, un dispensario, un hospital…– y entregamos a congregaciones religiosas». Al segundo tipo pertenecen «los proyectos que construimos y que mantenemos varios años, hasta que los hacemos autosostenibles». Por último están «los que levantamos desde cero y seguimos manteniendo».

En la última categoría se encuentra el proyecto de acogida de niños de la calle, situado en la región de Tamil Nadu. «En la India hay 20 millones de niños que no están escolarizados –el país ha llegado a tener 173 millones de menores en esta situación– y en la región en la que estamos es la que más niños abandonados tiene, solo por detrás de West Bengal», asevera Rocío Montero, responsable de proyectos de la fundación.

María Moreno, fundadora de Esperanza y Alegría, repasa fotos de un viaje a India. Foto: Fundación Esperanza y Alegría.

El proyecto cuenta con una primera casa de acogida. «Pertenece en propiedad a la diócesis de Tamil Nadu. Nosotros los ayudamos en la construcción y ahora estamos renovando la cocina», explica la responsable de proyectos. Allí reciben a niños que han sido utilizados por las mafias, otros adictos al pegamento y algunos que se han escapado de sus hogares. «Los que tienen familia, intentamos que vuelvan con ella, y los que no tienen a nadie los llevamos a los hogares de San José y Santa Teresa». En estos hogares, también del proyecto, se les facilita el acceso a la educación primaria y secundaria, «y por la tarde hacen actividades deportivas y de estudio. Además, tienen tutores que dan apoyo en la formación, tanto a nivel personal como espiritual y también deportivo», concluye.