El obispo de El Paso denuncia «la campaña creciente de intimidación en Texas» - Alfa y Omega

El obispo de El Paso denuncia «la campaña creciente de intimidación en Texas»

El fiscal general, Ken Paxton, ha interpuesto una demanda contra la Casa de la Anunciación, que da refugio a migrantes desde 1978

Redacción
Un migrante ecuatoriano cruza el Río Grande con su familia
Un migrante ecuatoriano cruza el Río Grande con su familia. Foto: OSV News photo / Adrees Latif, Reuters.

El fiscal general de Texas, Ken Paxton, interpuso la pasada semana una demanda contra la Casa de la Anunciación, que da refugio a migrantes en El Paso (Texas, Estados Unidos) desde 1978. El objetivo es recabar los registros de la entidad, asegurando que «está involucrada en violaciones como facilitar la entrada ilegal a los Estados Unidos, acomodar extranjeros o el contrabando de personas».

Mark Seitz, obispo de El Paso, ha defendido en un comunicado la labor de la casa para migrantes, perteneciente a la Iglesia católica. Declara que la comunidad se enfrenta al desafío, «por la grave negligencia federal, de proporcionar una respuesta segura, ordenada y humana a la migración en nuestra frontera sur».

El obispo asegura que su diócesis, durante generaciones, «ha trabajado duro para construir una comunidad fronteriza resistente y amable, un lugar de bienvenida y dignidad. Hoy, sin embargo, nos encontramos en una posición imposible, acorralados por todos lados». Seitz constata que están siendo «testigos de una campaña creciente de intimidación, miedo y deshumanización en el estado de Texas», que caracteriza como «un alambre de espino», con «nuevas leyes que penalizan el acto de buscar seguridad en nuestra frontera y persiguen a aquellos que ofrecen ayuda como respuesta de fe».

Durante más de 45 años la Casa de la Anunciación «ha sido una respuesta local eficaz a un sistema de inmigración complejo y roto». Nacida de un encuentro entre Rubén García, su fundador, y santa Teresa de Calcuta, «ha hecho frente al reto de la inmigración en los últimos años», siempre en colaboración con la Iglesia, el gobierno local y los socios federales, «incluida la patrulla fronteriza».

Seitz ha asegurado que la ciudad, y el país, «tienen una profunda deuda de gratitud con la casa». Y añade que «no se trata de política; estoy hablando acerca del Evangelio. Conozco a los refugiados de la Casa de la Anunciación, a los que están atrapados al otro lado de la frontera y a los que han muerto intentando cruzarla. Me he encontrado con ellos y he experimentado su dolor, su sufrimiento y su esperanza. Se trata de sus vidas y de la dignidad humana que compartimos».

El prelado concluye asegurando que «no nos dejaremos intimidar en nuestra labor de servir a Jesucristo en nuestros hermanos que huyen del peligro y tratan de mantener unidas a sus familias». Esta es su promesa: «No renunciaremos a la identidad de nuestras tierras fronterizas, un lugar que elige la compasión sobre la indiferencia, la fraternidad sobre la división y el amor evangélico sobre el odio».