El Mundial de Catar se jugará «sobre un cementerio gigante» - Alfa y Omega

El Mundial de Catar se jugará «sobre un cementerio gigante»

La visita del emir de Catar a España ha avivado de nuevo las protestas contra las condiciones de esclavitud en las que viven los inmigrantes que realizan las obras del Mundial de fútbol

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Una de las obras del Mundial en Doha. Foto: AFP / Karim Jaafar.

«Nunca he visto a nadie jugar al fútbol en un cementerio, pero en Catar lo vamos a ver. Los estadios del emirato están construidos sobre uno gigante», afirma Francisco Gómez del Castillo, responsable de la web No al Mundial de la vergüenza que impulsa la asociación Encuentro y Solidaridad.

La semana pasada esta asociación reactivó su campaña de protesta contra el Mundial de fútbol, que se celebrará en noviembre y diciembre de este año, y lo hizo con motivo de la visita del emir de Catar a nuestro país, en la que se encontró con el rey, Felipe VI; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida –quien le entregó la Llave de Oro de la Villa de Madrid como «testimonio de amistad y reconocimiento al pueblo catarí»–, y varios empresarios. La visita de Tamim bin Hamad Al Thani formaba parte de una gira europea en la que el responsable del emirato prometió dejar en España inversiones por valor de 5.000 millones de euros. «Hoy con dinero se paga todo, y si quieres un Mundial de fútbol en tu casa, lo tienes sin mayor problema», denuncia Gómez del Castillo al hilo de su nueva campaña contra el campeonato. En ella, Encuentro y Solidaridad denuncia la muerte de miles de trabajadores en la construcción de estadios, carreteras, hoteles y demás infraestructuras necesarias para la celebración del Mundial. «Hay que tener en cuenta que, en poco más de un mes, Catar tendrá que acoger, alojar y dar de comer a dos millones de personas que vendrán de fuera, prácticamente la misma población del país, en la que la mayoría son expatriados que trabajan en el sector de los combustibles», añade.

100

muertos por partido –e incluso más– será el balance del Mundial de Catar 2022

Desde que este pequeño emirato del golfo Pérsico recibió, en el año 2010, el encargo de organizar el Mundial de fútbol de 2022, no han cesado las noticias sobre corrupción y sobornos en el seno de la FIFA, acusaciones que han salpicado hasta jefes de gobierno, como el expresidente francés Nicolás Sarkozy. Para el responsable de No al Mundial de la vergüenza, «no se explica de otra manera que la FIFA otorgase la organización del Mundial a un país sin tradición futbolística, en unas fechas que han obligado a cambiar el calendario deportivo en todo el mundo».

A todo ello, se suma el goteo incesante de denuncias por la supresión de los derechos humanos y laborales de los trabajadores que están levantando en medio del desierto los estadios e infraestructuras que harán posible la competición. Son inmigrantes procedentes en su mayor parte de India, Pakistán, Bangladés, Filipinas, Kenia y Nepal, «que trabajan en condiciones de auténtica esclavitud, a temperaturas por encima de los 50 ºC en verano, en jornadas de doce a 16 horas diarias, viviendo en barracones en condiciones infrahumanas», denuncia Gómez del Castillo.

Hace poco más de un año, el diario británico The Guardian daba la cifra de 6.500 inmigrantes fallecidos en el emirato entre 2011 y 2020, eso sin contar con los datos de filipinos y keniatas, también muy presentes en los andamios y obras del país. «Estamos hablando de más de 100 muertos por partido, una cifra escandalosa e insostenible», lamenta Gómez del Castillo. Todos ellos son víctimas del sistema de trabajo tradicional en Catar, la kafala, por el que al inmigrante se le retira el pasaporte nada más entrar en el país. «No pueden cambiar de trabajo ni volverse a su casa. Pertenecen literalmente a su empleador, en condiciones de esclavitud, trabajando de sol al sol. Y si te explotan, te aguantas».

«Como en el circo romano»

En el panorama internacional ha habido un clamor sordo pero creciente ante esta situación. La Organización Internacional del Trabajo ha recogido y dado voz a numerosas quejas, tras las que el Gobierno de Catar se comprometió vagamente a evolucionar hacia un sistema de trabajo de contratos. Futbolistas retirados y en activo, como Eric Cantona o Toni Kroos, han protestado ante lo que viene sucediendo desde hace más de diez años. También lo han hecho miembros de la Iglesia, como el cardenal alemán Rainer Maria Woelki, arzobispo de Colonia, que llamó hace tiempo al boicot contra la competición, ya que «sus trabajadores son humillados y tratados de un modo inhumano».

El emir de Catar con el presidente Sánchez. Foto: Jaime García.

La última de estas voces en contra es la de Aministía Internacional, que la semana pasada pidió a la FIFA
–contactada sin éxito por este semanario para recabar su opinión para este artículo– destinar como mínimo 440 millones de dólares «para proporcionar reparación a los cientos de miles de trabajadores migrantes que han sufrido abusos durante la preparación del campeonato».

«A mí no se me ocurriría sentarme a ver tranquilamente la final del Mundial, aunque la que jugara fuera la Selección Española», afirma Gómez del Castillo, que compara lo que está pasando con los tiempos del circo romano: «Unos se lo pasan muy bien mientras otros tienen que morir. Creo que 2.000 años después, podríamos haber progresado un poco más».