Este libro es como un soplo de aire fresco. El lector encontrará en sus páginas solaz, descanso y un respiro en medio del griterío. Me refiero a El derecho a disentir, del erudito Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943), que ha publicado Acantilado. Solo por los libros de este autor estaría justificada la existencia de la empresa editorial que fundó en 1999 el llorado Jaume Vallcorba. Esta colección de ensayos rebosa inteligencia, cultura y esa elegancia centroeuropea —uno casi diría austrohúngara— que emparenta a Wiesenthal con otros grandes escritores del catálogo de la editorial, como Roth y Zweig.
El derecho a disentir tiene 44 textos —43 ensayos y una deliciosa «Noticia de las numeraciones y las esferas» que cierra la obra— y todos ellos son brillantes. Me niego a escoger solo uno. Los recomiendo todos, los releería todos de nuevo con la frescura del primer momento. Por doquier aletea ese espíritu de sana crítica y heterodoxia respecto del mundo que nos rodea. Wiesenthal lee, viaja, pasea y nos toma de la mano para mostrarnos El Escorial o Weimar con otros ojos.
Abundan los pasajes nostálgicos: «Han pasado 60 años y el viejo hôtel & pensión [así, en francés] Belvoir, en el que se hospedaba Stefan Zweig, ya no existe. Ha sido reemplazado por un edificio nuevo que —en todo su esplendor diáfano y moderno— solo conserva su mismo nombre». No faltan los detalles autobiográficos que enriquecen la mirada sobre el autor mismo, como la felicidad que siente «de tener entre mis antepasados paternos a modestos hebreos alemanes de Dessau, que dieron a la cultura europea en el siglo XVIII y XIX algunos filósofos y músicos. Entre ellos Moses Mendelssohn libró una lucha clara y valiente para integrar a los judíos centroeuropeos en la Aufklärung». Casi nada. Acaba de contarle al lector que, entre sus antepasados, está uno de los padres de la Ilustración judía, la haskalá, y se ha quedado tan tranquilo.
En El derecho a disentir está presente todo el universo a que nos tiene acostumbrados el autor de Orient Express. El tren de Europa (Acantilado, 2020), que ya reseñamos en Alfa y Omega. Así, el lector encontrará hoteles, ferrocarriles, parques, cafés, escritores rusos, escritores judíos, la Biblia, bohemios, poetas alemanes, lamas tibetanos, más rusos y hasta algún chino como Confucio. Se lee como una geografía intelectual de nuestra civilización misma («Atenas, Jerusalén, Roma, Constantinopla y Alejandría fueron los suelos donde arraigaron los fundamentos de la cultura europea») y como un mapa de la alta cultura europea (Goethe, Rilke, Chénier, Sartre, El Bosco, Cézanne…). En muchos párrafos recuerda al Joseph Roth de las Crónicas berlinesas (Minúscula, 2006) y de las viñetas publicadas con el título Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras (Acantilado, 2020).
El mundo de Ödön von Hortvath y los Strauss, de Jan Neruda y Ajmátova late entre estos párrafos. Aquellos lectores que disfrutaron con el Orient Express sin duda encontrarán en este Wiesenthal momentos de felicidad y cierta sana añoranza. El recuerdo de esa Europa de los cafés, los trenes y el humanismo como cultura transfronteriza tal vez nos dé alas para sobrevolar lo presente e imaginar algo mejor.
Esta mirada distinta, irónica, crítica, inteligente, sirve como reivindicación del disenso y la ruptura de la convención y el consenso. En un tiempo en que todo tiende a homologarse, Wiesenthal reivindica la diferencia. Frente a la cancelación y el agravio impostado, frente a los alaridos y los aspavientos, nuestro autor opta por la serenidad que da la altura del tiempo y una cultura oceánica. El resultado final es como el escaparate de una pastelería húngara: todo es delicioso.
Mauricio Wiesenthal
Acantilado
2021
400
24 €