«La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto –pero seguro por la realidad del sacramento– en un mar a veces agitado». Lo asegura el Papa en una carta hecha pública el pasado domingo, en la fiesta de la Sagrada Familia, y que se enmarca en el Año Amoris Laetitia.
Cuando la pandemia ha generado incertidumbres y sufrimientos en tantos hogares y ahora que muchos cuestionan la propia institución familiar, el Sucesor de Pedro recuerda a los cónyuges que Jesús está junto a ellos en esa barca «agitada por el mar» y que «solo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible». Si son conscientes de ello y recurren a palabras como «permiso, gracias, perdón», detalla, «estar juntos no será una penitencia sino un refugio».
Tal y como explicó el propio Francisco en el ángelus del mismo domingo, igual que hicieron la Virgen María y san José –cuyo año acaba de concluir– se trata de «aprender a escucharnos y comprendernos, a caminar juntos». Este «testimonio de amor fuerte y confiable» –en otra expresión usada en la carta– es hoy más necesario que nunca, especialmente para los más jóvenes.