El Jubileo es también para los «no creyentes» o los que «han perdido la fe» - Alfa y Omega

El Jubileo es también para los «no creyentes» o los que «han perdido la fe»

«A la luz de todos los conflictos que afligen al mundo es más indispensable que nunca la esperanza cristiana, que tiene como fundamento la vida eterna y que arroja un rayo de luz decisivo sobre la vida», asegura el subsecretario del Dicasterio para la Evangelización, Graziano Borgonovo

Victoria Isabel Cardiel C.
Graziano Borgonovo es subsecretario del Dicasterio para la Evangelización desde febrero
Graziano Borgonovo es subsecretario del Dicasterio para la Evangelización desde febrero. Foto: Victoria Isabel Cardiel C.

A partir del próximo martes, el Papa movilizará a todos los católicos con un Jubileo para que contribuyan a que el mundo «recupere la esperanza», asegura el subsecretario del Dicasterio para la Evangelización, Graziano Borgonovo. «A la luz de todos los conflictos que afligen al mundo es más indispensable que nunca la esperanza cristiana, que tiene como fundamento la vida eterna y que arroja un rayo de luz decisivo sobre la vida», explica. Precisamente esta es la clave de lectura del Año Santo 2025, que —según cálculos del gobierno italiano— atraerá a Roma a unos 30 millones de peregrinos. Las crisis abiertas en distintas zonas del mundo son algunos de los ejemplos que constatan que una humanidad herida «en dirección opuesta con respecto a la esperanza». Por eso es necesario ponerla en el centro. «Nadie puede vivir más de cinco minutos sin esperar algo bueno», resume Borgonovo.

En la bula papal Spes non confundit, un documento de 25 puntos que traza el marco del próximo Jubileo, Francisco pide, en primer lugar, la «paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra». También insta a que los «prejuicios y cerrazones» no cancelen la esperanza de los migrantes y acabar con el hambre y la falta de agua. Además, avisa de que una de las consecuencias de la falta de esperanza es «la pérdida del deseo de transmitir la vida».

En este sentido, el Papa quiere que se cumplan gestos concretos de esperanza por lo que ha solicitado a los gobiernos que muestren su clemencia con medidas extraordinarias, como la condonación de la deuda externa a los países pobres o la amnistía de presos. Además, también ha instado a los católicos que se movilicen para la completa abolición de la pena de muerte. En 2018, ya modificó un párrafo del catecismo de la Iglesia Católica, y dispuso que «la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona».

Tras la misa de la próxima Nochebuena, el 24 de diciembre, el Papa abrirá la primera puerta santa, la de la basílica de San Pedro, con la que arrancarán oficialmente las celebraciones jubilares. Esta será también la última en cerrarse, el 6 de enero de 2026. Entre ambas fechas, el jueves 26, el Pontífice abrirá otra en la cárcel de Rebibbia, y el domingo 29 de diciembre, la de la basílica de San Juan de Letrán. Este último será un momento de comunión muy especial en toda la Iglesia universal. «Todos los obispos, en todas partes del mundo, se citarán el 29 de diciembre, con todos los fieles de sus diócesis en una iglesia de particular importancia religiosa y realizarán juntos una peregrinación hasta la catedral. Una vez allí, colocarán la Cruz en un lugar particularmente significativo, visible al lado del altar, donde permanecerá durante todo el año jubilar», explica el sacerdote italiano.

Como es tradicional, quienes atraviesen el umbral de las puertas santas podrán lograr la «indulgencia jubilar» si en el marco de la peregrinación se confiesan y reciben la comunión. La indulgencia es una gracia especial que consiste en la reparación del mal personal que se ha provocado y del que se ha arrepentido. La indulgencia se traduce en «una misericordia desbordante». «Partimos de la necesidad de perdón que siente el ser humano porque el mal existe. Necesitamos que alguien venga a nosotros para colmar este deseo de bien», indica Borgonovo. Por eso mismo, ha adelantado Francisco, el sacramento de la confesión tendrá un papel especial en todas las celebraciones, tanto en Roma como en las catedrales.

Por los méritos de Cristo, «la Iglesia la dispensa de corazón si uno se dispone a peregrinar, a pasar con humildad por la puerta santa, en definitiva, a ponerse con humildad ante el Dios bueno y misericordioso que sale a nuestro encuentro».

Por otro lado, el subsecretario del Dicasterio para la Evangelización no descarta que el Jubileo pueda tocar «a los no creyentes» o los que han perdido la fe. «Puede ser también una ocasión especial para encontrar a aquellos que tal vez desean retomar su propio camino de fe interrumpido o para los que están abiertos a que esta gran posibilidad que es la belleza de la vida cristiana entre en sus vidas», señala.