Un jesuita de Benín, mejor teólogo joven del año: «Los ejercicios ignacianos ayudan a nivel emocional» - Alfa y Omega

Un jesuita de Benín, mejor teólogo joven del año: «Los ejercicios ignacianos ayudan a nivel emocional»

El sacerdote ha sido galardonado con el V Premio de Ensayo Teológico Joven PPC por su obra La sanación de las heridas interiores en la dinámica de los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola

José Calderero de Aldecoa
El galardonado estudia Psicología Clínica en Valencia. Foto: PPC.

El sacerdote jesuita Noël Sèmassa Hinvo, natural de Benín y residente en Valencia —cursa allí un máster en Psicología Clínica—, ha sido elegido mejor teólogo joven del año por la editorial PPC. Su obra La sanación de las heridas interiores en la dinámica de los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola se ha alzado con el V Premio de Ensayo Teológico Joven, con el que esta editorial del Grupo SM busca descubrir cada año valores emergentes de la investigación cristiana. En la obra, el autor plantea cómo el itinerario espiritual creado por el fundador de la Compañía de Jesús permite «reestructurar las capacidades afectiva, cognitiva y relacional».

¿La obra parte de alguna experiencia personal?
Sí y no. Me explico. No ha habido una experiencia personal propia, pero antes de venir a España, durante mi formación como jesuita, pasé por una casa de ejercicios espirituales ignacianos abierta a los fieles. Allí tuve la oportunidad de acompañar a muchas personas que venían a hacer los ejercicios y fui testigo de cómo esta experiencia les ayudaba a mirar la vida de otra manera, a aceptar su historia personal. También ha influido mi formación. Estudié Psicología y me interesaba ver cuál era el elemento común en esa experiencia que vivía la gente, esa experiencia espiritual de sanación, usando las herramientas de la psicología.

¿Y cuál es la tesis que plantea en el libro?
La pregunta de partida es si la experiencia espiritual de los ejercicios ignacianos ayuda en la reconfiguración psicológica. Y lo que planteo es que los ejercicios, el encuentro con el amor incondicional del Señor, nos ayudan a reconfigurarnos a nivel emocional, afectivo, cognitivo y relacional.

¿Cómo se da este cambio? ¿Es un don o debe haber un trabajo interior por nuestra parte?
A nivel humano, la experiencia del amor cambia a las personas. Nos ayuda, por ejemplo, a ganar confianza en nosotros mismos. A nivel espiritual sucede algo parecido. Experimentar el verdadero amor de Dios nos transforma. Nos reconfigura a todos esos niveles. Pero no es algo que hable de nuestra capacidad, sino que se trata, más bien, de un encuentro. Cuando hablo de reconfiguración no me refiero a que la gente salga de los ejercicios totalmente transfigurada o curada de las heridas interiores, sino con lucidez. Hay más claridad sobre nuestros límites y los aceptamos con mayor serenidad.

¿Qué le parece el premio y el título de mejor teólogo joven?
Estoy muy agradecido. Para mí ha sido una sorpresa. Había presentado la obra como otros tantos jóvenes y el haber sido elegido me da mucha alegría. Es reconfortante que se reconozca el trabajo de una persona.