El jesuita español asesinado en Perú «se entregó por entero a la educación de los niños indígenas»
Tras su funeral, los jesuitas celebran este sábado una Misa de acción de gracias por la vida y el trabajo de Carlos Riudavets, el jesuita español asesinado en Perú a los 73 años. «Dedicó todas sus energías a los alumnos del colegio. Incluso durmiendo, seguía pensando en el bienestar de los estudiantes»
Al sacerdote jesuita español Carlos Riudavets, de 73 años, le encontraron muerto hace una semana en su residencia del colegio Fe y Alegría Valentín Salegui, situado en la provincia de Bagua, en plena selva peruana. Estaba en el suelo, atado y con evidentes signos de violencia.
El crimen sacudió por entero a la comunidad educativa y a las poblaciones indígenas de alrededor, a las que el misionero había dedicado los últimos 38 años. «Todavía estamos con mucho dolor, muy tristes y sorprendidos por la noticia», explica a Alfa y Omega Hisela Culqui, coordinadora de Acción Pública de Fe y Alegría en Perú.
Sin embargo, «el ejemplo de trabajo que nos ha dado Carlos durante todo este tiempo nos ha dado fuerza para seguir con el trabajo que él venía haciendo», confirma. Así, el colegio volverá a reabrir sus puertas este lunes 20 de agosto después del periodo vacacional y de que se haya retrasado una semana la apertura del centro por el trágico suceso.
Charly, como era conocido el sacerdote entre sus allegados, «entregó su vida por entero a los chicos del colegio. Se dedicaba a coordinar la atención de los estudiantes. Les dedicaba todas sus energías desde primera hora de la mañana. Incluso durmiendo, seguía pensando en el bienestar de los alumnos», explica la responsable.
Accesibilidad y contacto con las familias
Concretamente, el misionero «siempre abogó por impartir una educación integral de calidad a los alumnos –todos provenientes de comunidades indígenas-, pero respetando su cultura».
Uno de los mayores retos que tuvo que afrontar fue el de la accesibilidad de los niños al colegio. «Muchos tienen tres o cuatro días de viaje en bote para poder llegar al colegio». Por eso, el jesuita creó «una residencia para albergar a los niños durante todo el periodo escolar».
Paralelamente, «construyó una pequeña estación de radio para que los alumnos pudieran estar conectados con sus familias. La residencia solucionaba el problema del transporte, pero los niños echaban de menos a sus padres».
Otra de las infraestructuras que levantó Carlos fue «una pequeña central hidroeléctrica para que el colegio y la residencia tuvieran asegurado el suministro de agua y de electricidad».
Comunidades cercanas
Si bien es cierto que el sacerdote español se entregó en cuerpo y alma a los estudiantes, también lo es que realizó una incansable labor pastoral entre las comunidades de la zona siempre respetando su cultura. «Más allá del colegio, donde hacía el trabajo de 20 personas, también se dedicó a los habitantes de las comunidades cercanas. Fue tal su entrega a estas personas que, en su honor van a seguir colaborando con nosotros por el bien del colegio».
Funeral y Misa de acción de gracias
Tras el asesinato, que se produjo el 10 de agosto, se celebró un funeral dos días más tarde por el eterno descanso de Riudavets. Y este sábado 18 de agosto la comunidad de Fe y Alegría Perú y los jesuitas presentes en el país celebrarán una Misa de acción de gracias por la vida y el trabajo de Carlos. La celebración tendrá lugar en la ciudad de Lima, ante la cantidad de gente que se espera que acuda. «Eran muchos los que querían a Carlos y lloran su muerte», concluye Hisela Culqui.