Antón Chéjov escribió numerosas cuentos y ensayos, y es ampliamente conocido en el mundo teatral por sus obras como Tío Vania, Las tres hermanas o El oso. En esta ocasión, su ferviente discípulo Ángel Gutiérrez nos presenta una versión actualizada de su pieza más preciada, El jardín de los cerezos, y rescata con ello toda su vigencia.
Ranievskaya ha vivido años en París junto a su amado, y por fin regresa a su Rusia natal, donde le esperan su hermano y sus dos hijas: Ania y Varía. Esta mujer adinerada, acostumbrada a malgastar el dinero, ahora se encuentra arruinada. Tanto que su hermosa casa con el jardín de los cerezos, donde ha vivido su infancia, está a punto de salir a subasta pública. Sin embargo, un amigo de la familia e hijo de los siervos, Lopajín, intenta salvar la hacienda y le sugiere dividirla en parcelas y venderlas para construir casas para los veraneantes. Sin embargo, esta opción no parece gustarles, y esperan otra alternativa, como una herencia o incluso un matrimonio por conveniencia, que podría acabar con sus problemas financieros.
Con este entramado, que nos puede resultar familiar hoy día, se desarrolla esta historia con 14 personajes, y cada uno con sus particularidades. Unos soñadores, otros ociosos, desdichados y atolondrados. Sin embargo, la trama es sólo una excusa de hablar del hombre y de sus inquietudes. El director decía: “Lo importante en Chéjov no es el texto, sino el subtexto, lo que no se dice y que le toca descifrar al espectador”. El paso del tiempo, el miedo a perder lo que tenemos, el no asumir la situación real, el amor libre o la lucha por los ideales, son algunos temas que se vislumbran en la obra.
La puesta en escena resulta bonita, con una escenografía sencilla y artesanal y vestuario del siglo XIX. Los actores están correctos, algunos destacan por su frescura, otros algo sobre actuados, acentuando y alargando las frases. La música clásica y las luces son puntos importantes para ambientar las escenas. El ritmo es lento y pausado, e incita a recrearnos, pero no impide que nos metamos en la historia. Sorprende cómo mezcla frases de grandes ideales y aspiraciones con otras sobre lo más cotidiano.
Tola la obra está impregnada por su director, el maestro Ángel Gutiérrez: cada frase, cada entonación, y por supuesto todo el decorado y la música, que cuida personalmente. Ángel Gutiérrez es el niño de la guerra, que huyó a Rusia, y se convirtió en heredero directo del método Stanislavski y de los grandes maestros rusos. Fundó el Teatro de Cámara Chéjov hace 34 años, con la idea de traer a España la cultura y la experiencia teatral rusa, como un puente entre dos pueblos: España, su país de origen, y Rusia, el país que le acogió.
La Universidad Internacional de la Rioja adquirió esta compañía hace 2 años, cuando arrastraba serios problemas económicos. Esta joven universidad online apuesta por la cultura y el teatro, y resulta alentador especialmente en esta época de crisis. La compañía Chéjov y el amor al teatro son los pilares que han hecho posible esta producción, un homenaje al maestro Ángel Gutiérrez, quien ha anticipado que este será su último gran montaje en España.
Teatro de autor para contemplar, para ir sin prisa, que incita a la reflexión, y con una temática vigente hoy día, como todo buen clásico.
★★★☆☆
Teatro Nuevo Alcalá
Calle de Jorge Juan, 62
Goya, Príncipe de Vergara
OBRA FINALIZADA